lunes, 27 de diciembre de 2010

Predicciones climáticas para la próxima década

Diciembre de 2010. Estamos en vísperas de la segunda década del siglo XXI. Tiempo de hacer balances de la década pasada pero también de predicciones para el futuro. Veamos algunas:
Los climatólogos oficialistas siguen, como siempre, haciendo predicciones de deshielo ártico, subida del nivel del mar, aumento de los huracanes, extinción de los osos polares etc. etc., es decir, pronosticando desastres producidos por un “calentamiento global” que no se observa por ninguna parte, y aprovechando los puntuales fenómenos naturales extremos (que se han producido, se producen y se producirán siempre) para adjudicárselos al calentamiento antropogénico y al aumento de los gases invernadero, aunque sean lo contrario de lo que pronosticaban hace diez años, como vimos en la entrada anterior con la nieve, pero que se podría ampliar a las inundaciones en Andalucía (pronosticaban sequías prolongadas para esa región) o los últimos veranos fríos y lluviosos en el norte de Europa (pronosticaban “veranos de barbacoa”, es decir, cálidos y secos), o las predicciones de James Hansen en 1988 ante el Congreso de Estados Unidos sobre el deshielo total del Ártico en verano en 20 años (es decir, en 2008), deshielo que, por supuesto, no se produjo. Tampoco se está produciendo la rápida y acelerada subida del nivel del mar augurada ni el deshielo acelerado de los glaciares (algunos ya han comenzado a aumentar).
Tras estos estrepitosos fracasos, no parece muy sensato fiarse de las predicciones del IPCC y sus acólitos pero, ¿qué hay de los climatólogos escépticos?
Por supuesto, también hacen predicciones.

Piers Corbyn

El que tiene más fama de acertar en sus predicciones a medio plazo es Piers Corbyn. Este meteorólogo y astrofísico británico se dio cuenta de que lo que fallaba en la predicción oficial no era la potencia de los ordenadores sino la teoría que subyace en el diseño de las ecuaciones que utiliza el software que instalan en ellos.
Corbyn utiliza un método basado fundamentalmente en el comportamiento del sol. Sus predicciones a medio plazo son acertadas en un 85% de ocasiones. Llegó a apostar en casas de juegos del reino unido contra las predicciones oficiales. Ganó tanto dinero que los propietarios de las casas de apuestas le impidieron que jugara más. Actualmente se gana la vida ofreciendo sus pronósticos en un gabinete profesional.

Abdussamatov
Otro de los escépticos de renombre es Habibullo Abdussamatov. Es el director del Observatorio Astronómico de Pulkovo, en S. Petersburgo, Rusia y dirige también la parte rusa de la Estación Espacial Internacional. Sus métodos se basan también en la observación de diversos fenómenos solares. Abdussamatov ha venido avisando de que se acerca una nueva mini edad de hielo que durará por lo menos 40 años. Su comienzo lo fija para el 2014, coincidiendo con el declive del ciclo solar nº 24, que comenzó oficialmente en diciembre de 2008. Abdussamatov y muchos otros científicos solares creen que este ciclo solar será muy débil y los siguientes ciclos no serán tampoco muy activos, todo lo cual producirá un clima cada vez más frío. La bajada de temperaturas culminaría en 2040, iniciándose posteriormente una lenta recuperación.

David Archibald
También famoso en los círculos escépticos es el australiano David Archibald, que se basa en los registros de temperatura de Armagh en Irlanda del Norte, y de Holanda para ponerlos en relación a los ciclos solares. Archibald también pronostica una bajada de temperaturas basándose en la gran duración y el lento declive del anterior ciclo solar, el nº 23. Este científico compara el comportamiento actual del sol con el que tuvo a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, que dio lugar a un periodo frío conocido como el Mínimo de Dalton, con inviernos durísimos que derrotaban a Napoleón en sus campañas contra Rusia, que congelaban el Támesis y que inspiraron a Dickens sus cuentos de navidad. Archibald cree que ya ha empezado este nuevo periodo frío, y que se irá profundizando a medida que avance la próxima década.
En próximas entradas veremos otros pronósticos basados en ciclos oceánicos

jueves, 23 de diciembre de 2010

¿Son de fiar las previsiones meteorológicas a medio plazo?


Según la AEMET este invierno será algo más frío de lo normal, en concreto habrá “ligera tendencia a temperaturas inferiores a los valores normales en la España peninsular y Baleares
Esto nos introduce en el tema de las predicciones meteorológicas, que no climáticas, que dirían los puristas, aunque el clima no sea más que una media de los parámetros meteorológicos medidos en un periodo de tiempo suficientemente largo (establecido en 30 años o más, a juicio de los que saben -o creen saber- algo de esto).
Aunque tiempo no sea clima, lo cierto es que son los meteorólogos quienes, a menudo, llevan la voz cantante en esto del clima, y también hablan, por supuesto del tiempo meteorológico a medio plazo.
En España, por ejemplo es la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) la que hace estas predicciones a medio plazo, y quien se hace eco entusiásticamente de las predicciones a largo plazo del IPCC de la ONU. La pregunta que surge es:
¿Son fiables estas predicciones?
La respuesta es, por supuesto, que depende de quién las haga. Si nos referimos a los organismos oficiales (AEMET, Met Office británico, NOAA, NASA americanas, etc.), podemos decir:
- Son muy fiables a muy corto plazo (3 ó 4 días)
- Son relativamente fiables en un plazo de 4 a 10 días
- Son muy poco fiables en un plazo mayor de 10 días

El 21 de septiembre de 2010, coincidiendo con la entrada del otoño, la AEMET afirmaba:
Las previsiones apuntan a un otoño más caluroso de lo habitual” (enlace aquí)
El 21 de Diciembre, la misma agencia constataba que el otoño había sido más frío de lo normal y que el año 2010 “ha sido uno de los menos cálidos en los últimos 16 años en España” (enlace aquí)
Otras agencias meteorológicas oficiales como el Met Office británico tienen incluso menor fiabilidad a medio plazo: después de encadenar un error tras otro en sus predicciones a medio plazo en los últimos 3 años, ya ni el alcalde de Londres les hace caso (ver aquí).
¿Qué tienen en común estas agencias?, ¿por qué fallan tanto en sus predicciones más allá de diez días?.
Aquí apunto algunos puntos en común de todas ellas:
- Creen en los gases invernadero como principales conductores del clima
- Creen en el Calentamiento Antropogénico Global
- Minimizan la influencia climática del sol
- Creen en el poder omnímodo de los superordenadores, sobre todo si son muy caros.
- Utilizan datos de temperaturas contaminados por el efecto isla de calor urbano.
- Utilizan los mismos modelos climáticos que el IPCC de la ONU (muchos son colaboradores de este organismo)
Así pues, ¿son fiables las predicciones a medio plazo de estas agencias?
La respuesta, claramente, es: NO
¿Serán fiables quizás, a largo plazo, digamos, 10 años?
El año 2000 el climatólogo David Viner, del CRU de la Universidad de East Anglia declaraba, refiriéndose a Inglaterra:
“within a few years winter snowfall will become "a very rare and exciting event".
(dentro de unos pocos años las nevadas en invierno se volverán un acontecimiento raro y emocionante)
y también:
“Children just aren't going to know what snow is"
(los niños ya no van a saber lo que es la nieve) (enlace aquí)
Los últimos dos inviernos en Inglaterra han sido extraordinariamente nivosos, y este invierno promete ser el más nevado de los últimos años a tenor de cómo ha caído en diciembre este meteoro.
Si añadimos a esto la falta de calentamiento global en estos diez últimos años a pesar de las predicciones del IPCC, la fiabilidad de estas agencias a largo plazo es:
CERO
Visto lo cual, solo se puede concluir que, quien aún así crea en los pronósticos a muy largo plazo, digamos a 50 ó 100 años de estas agencias, o es un ignorante o le gusta que le engañen.

Foto de Nieve en Londres:
http://www.jornada.unam.mx/2009/02/03/fotos/portada.jpg

sábado, 18 de diciembre de 2010

Isla de Calor Urbano, calentamiento antropogénico puro

Parece que hay novedades sobre el efecto “isla de calor urbano” (UHI en sus siglas inglesas), el único calentamiento indiscutiblemente antropogénico.
Este efecto se produce por el calentamiento que provocan las calefacciones, los motores de vehículos, aparatos de aire acondicionado y otros tipos de fuentes de calor que se dan en nuestros pueblos y ciudades. Los alarmistas siempre han despreciado su influencia en las mediciones de temperatura superficial realizadas por estaciones meteorológicas, a pesar de los numerosos estudios que demuestran su existencia real.
Pero este efecto es imposible de ocultar, ya que todo el que tenga un termómetro en su coche lo nota al entrar en una ciudad. Así que cuando, a regañadientes, los calentólogos terminan por reconocerlo, lo minimizan y tienen en cuenta solo una pequeña parte (el IPCC calcula 0,3 ºC de aumento por este efecto en los últimos 30 años y da por supuesto que las ciudades han aumentado solo 1ºC), contabilizando a todas las ciudades por igual, y clasificándolas solo por su número de habitantes, sean de países desarrollados o subdesarrollados, a pesar de los estudios (McKitrick & Michaels, 2004, 2007) que demuestran que las ciudades con niveles de vida más altos presentan también niveles más altos de calentamiento que las de países o regiones más pobres.
Ahora se están descubriendo (ver referencia abajo) nuevas fuentes de variabilidad entre ciudades que influyen en este efecto: por un lado, las ciudades con entornos boscosos presentan un mayor efecto UHI que las situadas en áreas desérticas. Por otro lado, se ha descubierto también que las ciudades más compactas presentan más calentamiento que las que tienen su población dispersa por áreas extensas. También se ha comprobado que el efecto UHI es más intenso en verano que en invierno, especialmente por la noche.
Estos estudios se han realizado controlando por satélite las temperaturas de diferentes ciudades y sus entornos inmediatos. Se ha encontrado así, por ejemplo, que la ciudad de Providence, (costa Este de Estados Unidos) se mantiene 12,5 ºC más caliente que el campo circundante.
Lo que implican estos estudios es que el cálculo del efecto isla de calor urbano es más complejo de lo que se había supuesto. Por tanto, las gráficas de temperaturas que se basan en termómetros de superficie (que suelen dar más calentamiento) son mucho menos fiables que las realizadas por satélites, a los que no les afecta el UHI.
Además, son menos propensas a manipulaciones tipo “cocina estadística” que, con la excusa de corregir estos y otros efectos, cambia los datos brutos al gusto del que paga el informe.

Referencias:
- McKitrick, R. & Michaels, P. J. 2004. "A Test of Corrections for Extraneous Signals in Gridded Surface Temperature Data" Climate Research 26 pp. 159-173.
- McKitrick, R. & Michaels, P. J. 2007 Quantifying the influence of anthropogenic surface processes and inhomogeneities on gridded surface climate data. Journal of Geophysical Research-Atmospheres 112, D24S09, doi:10.1029/2007JD008465

Efecto UHI en WUWT:

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Propaganda

Cuando uno trata de aprender más sobre un tema científico como es (o debería ser) el cambio climático, se dedica a consultar libros sobre el tema, leer artículos de revistas especializadas, hablar o chatear con personas más o menos enteradas. Pero no todas las personas tienen formación para entender un artículo científico, o si la tienen, no tienen el suficiente tiempo o quizás, simplemente, les interesan más otros temas. A esas personas lo que les llega son los artículos que aparecen de vez en cuando en medios generalistas y, sobre todo, la propaganda.
El otro día me dediqué a ver algunos vídeos de propaganda (pinchar aquí, aquí y aquí, por ejemplo, hay muchos más) sobre el calentamiento global. Yo esperaba ver inexactitudes, exageraciones y demás. Lo que me encontré fue, efectivamente, exageraciones y estadísticas sesgadas pero también manipulación de niños, mentiras descaradas, utilización de la solidaridad innata de la gente para el propio beneficio y, sobre todo, infundir terror, mucho terror. La propaganda del cambio climático lo que principalmente busca es aterrorizarnos, paralizarnos de miedo. ¿Por qué?.
Cuando uno está atemorizado anhela la salvación a cualquier precio. En el camino se quedan los derechos, la democracia, la libertad… todo es prescindible, todo parece sin importancia ante la magnitud del problema. Y se busca a un salvador, un mesías, un líder, un führer que nos guíe (ver el lema que llevaba el presidente de Greenpeace España en la cumbre de Copenhague cuando lo arrestaron: los políticos hablan, los líderes actúan).
No hay problema - dice la propaganda-. Nosotros tenemos la solución, seguidnos,-nos dicen los activistas de las oenegés y representantes de gobiernos de todo pelaje que se apuntan al carro en la cumbre de Cancún-: no más emisiones del malvado CO2, compradnos renovables, reducid la huella ecológica, pagad 100.000 millones de dólares de entrada (luego pediremos más, por supuesto) y os salvareis.Puede que lo consigan, tal es la fuerza de la propaganda.
Y todo para resolver un no-problema, una amenaza imaginaria creada a partir de una teoría obsoleta del siglo XIX.

viernes, 10 de diciembre de 2010

El oso polar, icono del calentamiento III

En anteriores entradas vimos factores que podrían, teóricamente, influir en el número de osos polares existentes en libertad. Sin embargo, todo eso son hipótesis, es decir, meras suposiciones más o menos bien fundadas, que necesitan ser contrastadas con la realidad, confrontadas con los datos. ¿Y qué nos dicen los datos?
Pues que, a pesar de las catastróficas previsiones de los propagandistas del cambio climático antropogénico y del aumento de temperatura observado desde los años 70 hasta 2005, la población de osos polares no ha disminuido, al contrario: SU NÚMERO HA AUMENTADO
Según Lomborg (2008), que cita varios estudios científicos recientes, la población mundial de osos polares ha aumentado de unos 5.000 ejemplares en la década de 1960 hasta los 20.000 a 25.000 actuales (2005) debido esencialmente a la regulación estricta de su caza.


Figura: Estima de la población de osos polares de 1950 a 2005. Las fuentes bajo la tabla.

De las 20 subpoblaciones distintas de osos polares, una, o posiblemente dos, estaban menguando en ese periodo y las otras 18 estaban aumentando. Según estos estudios, las dos poblaciones menguantes se localizan en zonas donde la temperatura ha estado descendiendo en los últimos 50 años y los grupos crecientes están en zonas donde la temperatura ha aumentado.
Lomborg es escéptico en muchos temas ecológicos, pero no se puede decir lo mismo de la UICN (Unión Internacional Para la Conservación de la Naturaleza), una de las organizaciones ecologistas más activas y militantes. Pues bien, incluso el Grupo de Especialistas en Oso Polar (PBSG) de esta organización, no tiene más remedio que admitir en su página web que, para 2010, las poblaciones de oso polar están estables o han subido en 4 de las zonas en que se divide el Ártico, no hay datos suficientes en 9 zonas (lo que, conociendo el percal, significa que están bien) y sólo bajan ligeramente en 5 zonas.
Cuando se rebuscan las causas de los declives, se ve que lo principal es la caza ilegal y no la subida de temperaturas experimentada en los últimos años. Por supuesto, a pesar de todas las evidencias, esta y otras organizaciones ecologistas siguen insistiendo en que, a largo plazo, los osos están amenazados por el aumento de temperatura que hará deshelarse el polo, etc. etc.
Si atendemos a otros estudios de poblaciones concretas de osos, encontramos que también apoyan estos datos: Taylor & Dowsley (2008) estudian 6 poblaciones de osos durante el reciente periodo de calentamiento, encontrando que ninguna población se ha perdido debido al cambio climático, solo dos están menguando y las demás permanecen estables o crecen. Las que menguan lo hacen por la excesiva caza a la que son sometidas. Estos investigadores concluyen: “los datos demográficos no sugieren que la especie vaya a extinguirse, por lo menos en los próximos 45 años”.
El crecimiento en la población de osos polares está de acuerdo con los registros históricos y estadísticas modernas que muestran que, en los períodos cálidos se capturan más peces en mares árticos, como el de Barents, y las poblaciones de renos, aves, focas y osos también se expanden (Jaworowsky, 2004). Por otro lado, es tranquilizador, de cara al futuro de las especies aclimatadas a la vida en zonas polares, el hecho de que todas las especies que ahora vemos tienen cientos de miles e incluso millones de años de existencia, lo que quiere decir que han soportado y sobrevivido tanto a glaciaciones como a interglaciares más cálidos incluso que el actual.
Por ejemplo, y sin ir muy atrás en el tiempo, encontramos el Período Cálido Medieval, que duró más de trescientos años con temperaturas superiores a las actuales. También fueron superiores a las actuales las temperaturas del Período Cálido Romano, al principio de nuestra era, hace unos 2.000 años, y el Máximo del Holoceno, entre hace 7.000 y 4.000 años. A pesar de estos largos periodos cálidos, los osos polares (o los otros animales árticos) no se extinguieron. Tampoco lo hicieron durante el anterior interglaciar, el Eemiense, hace unos 120.000 años, (ya existían entonces los osos polares, según recientes estudios), a pesar de que fue más cálido que el actual Holoceno, como lo prueban los fósiles de hipopótamos de esa época que se encontraron en Inglaterra.

En resumen, podemos decir sin miedo a equivocarnos que, con permiso de los cazadores, y haya o no cambio climático, seguiremos disfrutando de los osos polares en estado salvaje por mucho, mucho tiempo y nuestros hijos, nietos y bisnietos lo harán también.

Referencias:
- Jaworowsky, Z. 2004. Los Ciclos Solares, No el CO2 Determinan al Clima. http://www.mitosyfraudes.org/Calen3/Jawor.html
- Lomborg, B. 2008. En Frío. Ed. Espasa Calpe. Madrid, 284pp.
- Taylor, M. & Dowsley, M. 2008. Demographic and ecological perspecives on the status of polar bears. Science & Public Policy Institute, Washington D.C.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El oso polar, icono del calentamiento II


Como vimos en la anterior entrada, el oso polar no carece de comida en verano, ya que puede conseguir alimentos en tierra firme, pero, ¿qué pasa con los osos que no viven nunca en tierra firme?
Aquí entra una de las adaptaciones más características de esta especie. El oso polar se llama también oso marino en otros idiomas, como queda reflejado en su nombre científico Thalarctos maritimus (Ursus maritimus según otros autores), y se llama así por una razón muy clara: están perfectamente adaptados a la vida en el mar. Son poderosos nadadores. Pueden mantener nadando una velocidad media de 10 km/h y cubrir así distancias extraordinarias, de decenas o incluso centenares de km: se les ha visto nadar tranquilamente a 300 km de la costa más cercana. Incluso los cachorros nadan muy bien y cuando se cansan, se suben al lomo de su madre que sigue nadando sin que aparentemente note la carga extra.
Como hay osos que viven en la zona central del Océano Ártico, que no se deshiela ni en verano, cabría la posibilidad de que, en un futuro más cálido, se derritiera esta zona. Estos osos quedarían entonces a miles de kilómetros de la costa más cercana. Podríamos pensar entonces, que tan gran distancia haría imposible que llegaran nadando a la costa y morirían ahogados.
En realidad no pasaría nada
Porque, diseminadas por la banquisa, hay islas de hielo, enormes montañas heladas que los primeros exploradores del Ártico confundían con tierra firme. En realidad son icebergs, que actualmente están atrapados por el hielo y que podrían servir perfectamente de refugio veraniego al oso en caso de que se derritiese toda la banquisa.
Se podría pensar entonces que, al no estar en tierra firme, no podrían comer nada en verano y morirían de hambre. Aquí entra otra de las increíbles adaptaciones del oso polar a su durísimo entorno: pueden ayunar durante más de 4 meses seguidos, estando plenamente despiertos y móviles, cosa que otros osos no pueden hacer sin hibernar.
Según el IPCC, las proyecciones de los modelos muestran mínimos de hielo para agosto y septiembre, es decir, a lo sumo dos meses, y pocos cambios en otros momentos del año con respecto a la extensión de hielo actual, lo que quiere decir que los osos, aunque no pudieran cazar nada durante esos dos meses, (como hemos visto, al menos los que están en tierra firme sí que pueden), podrían sobrevivir perfectamente por su capacidad para ayunar consumiendo las grandes reservas de grasa que acumulan durante el resto del año.
De todas formas, ya que sus presas principales son las focas, si encuentran dificultades para cazarlas, es teóricamente posible que la población disminuya. Es en esto en lo que se basan algunos alarmistas más moderados para predecir, no ya la extinción, sino un gran descenso de su población. Por ejemplo, Amstrup et al (2007) afirman: “nuestros modelos sugieren que, si el hielo actúa como se proyecta comúnmente, se perderían 2/3 de los osos hacia la mitad del corriente siglo
Pero todas estas consideraciones son teóricas. Para saber en realidad en qué sentido disminuyen o aumentan las poblaciones de osos polares, hay que hacer trabajo de campo, es decir, ir al terreno y contar el número de ejemplares en diferentes años. Es así como se hace el trabajo científico de verdad, pasando frío y arriesgándose si es necesario y, por supuesto, esforzándose y trabajando duro, no limitándose a confeccionar modelos de ordenador realizados desde un despacho con calefacción.
Sólo de esta manera se puede comprobar si las teorías y los modelos de ordenador son acertados o no. Sólo de esta manera se podría saber, por ejemplo, cómo ha afectado el calentamiento de los últimos 30 ó 40 años a las poblaciones de osos. En la próxima entrega hablaremos de estos datos, los datos reales, los únicos que deberían contar.

Referencias:
Amstrup, S. C., Marcot, B. G., & Douglas, D. C. 2007. Forecasting the rangewide status of polar bears at selected times in the 21st century. USGS Alaska Science Center, Anchorage, Administrative Report.
Imagen: http://www.ecologiablog.com/tag/oso+polar