domingo, 25 de septiembre de 2011

El hielo del Ártico está aumentando!



Finales de septiembre. El otoño ya está aquí. Los calores estivales menguan y las lluvias enseñan la patita por debajo de la puerta.
El hielo flotante del Océano Ártico ha pasado su “tipping point”, su punto de inflexión anual y ya está aumentando, mal que les pese a algunos alarmistas. ¡Hay que ver qué tozudos son los ciclos naturales, todos los años se empeñan en cambiar el sentido de la tendencia: cada seis meses se invierte y pasa de bajar a subir en septiembre, y de subir a bajar en marzo!.
Pero, ¿no habíamos quedado en que el hielo del Ártico se estaba derritiendo , y que el derretimiento era “acelerado”?
Sí…pero no. Al igual que todos los años, el Océano Ártico comienza a acumular más hielo en septiembre. Este año, incluso más pronto que los últimos 3 ó 4 años, en que se había retrasado algo el inicio de la subida.
Y no, no ha habido récord de mínimo hielo. A pesar de las afirmaciones en contra de la Universidad de Bremen, la cantidad de hielo en el mínimo ha sido superior, en varios cientos de km2, que la cantidad mínima registrada en 2007, el año del récord (Récord que, sin embargo, es solo de los últimos 30 años, puesto que antes no se realizaban mediciones por satélite y no era posible establecer mediciones fiables). Al menos eso dicen las otras 4 organizaciones que miden el hielo, algunas muy calentólogas y nada sospechosas de querer “cocinar” estadísticamente los datos para aumentar la cantidad de hielo que hay realmente (más bien de lo contrario). Y es que el récord ya empieza a ser antiguo, 4 años tiene ya, y eso, la verdad, no cuadra muy bien con las afirmaciones “algorianas” de aceleración en el calentamiento.
Hay que recordar que el hielo es menos denso que el agua, así que, si se derritiese todo el hielo del Ártico durante el verano, el nivel del mar no subiría ni un milímetro, ya que ese hielo ya está flotando en el mar.
Es el mismo efecto que si se ponen unos cuantos cubitos de hielo en un vaso, se llena de agua hasta el borde y se deja que se vayan derritiendo los cubitos. No se preocupen, no les hará falta ningún trapo para coger el agua si realizan la experiencia, ya que ésta no rebasará el borde. Y no lo hará porque el hielo, al tener menos densidad que el agua líquida, ocupa más volumen para la misma masa, y al derretirse no incrementa la cantidad total de materia que hay en el vaso, únicamente aumenta su densidad, por lo que la misma masa cabe en menos espacio. Es como si el cubito encogiese hasta ocupar exactamente el volumen de su parte sumergida.
Así que no, aunque se derritiera todo el hielo algún verano, no pasaría nada. Y además, en otoño volvería a aparecer. De hecho, hay estudios (ver aquí la noticia en WUWT) que demuestran que, durante los últimos 10.000 años, ha habido periodos, como el llamado Óptimo Climático del Holoceno (entre hace 5.000 y 8.000 años) en que la extensión de hielo en el Ártico era mucho menor que la que se alcanza actualmente, hasta un 50% menor que la que se alcanzó el año del último récord, el 2007. Incluso se cree que, durante el interglaciar anterior, el Eemiense, hace unos 125.000 años, todo el Ártico quedaba libre de hielos en verano.
Y sin embargo, como ahora, en otoño volvía el hielo, fiel a su cita anual. Como las lluvias. Como el frío. Como volverán las alarmas de los calentólogos el próximo verano.
¡Qué tozudos son los ciclos naturales!

sábado, 17 de septiembre de 2011

Gusanos gigantes del Ordovícico


A principios de septiembre asistí al congreso bienal de la Real Sociedad Española de Historia Natural, dedicado esta vez preferentemente a la geología. En la excursión post-congreso, investigadores del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) nos llevaron al Parque Nacional de Cabañeros, en la provincia de Ciudad Real, a ver los espectaculares fósiles de gusanos gigantes del Ordovícico. En la foto de arriba, el Dr Gutiérrez Marco aparece señalando el fósil.
En realidad, no se ven los gusanos, sino solo sus icnofósiles, es decir, las pistas que dejaron al excavar galerías en los sedimentos del fondo marino donde vivían.
Estas galerías estaban reforzadas internamente por mucus y otras sustancias que depositaba el gusano, y que servían para endurecer la cavidad para que no colapsara. Cuando murió el animal, se rellenaron de sedimentos y quedaron así preservadas hasta hoy en día. Las galerías tienen una media de 20 cm de diámetro y los gusanos se estima que tuvieron una longitud de entre 1 y 3 metros y un grosor de entre 15 y 20 cm. Se han encontrado huellas de gusanos aún más grandes pero en periodos más recientes como el pérmico y el Jurásico, así que estas huellas son las más antiguas de gusanos gigantes que se han encontrado a nivel mundial, ya que vivieron hace la friolera de 475 millones de años.
Los gusanos vivieron buenos y cálidos tiempos, con el CO2 atmosférico entre 4.400 y 7.000 partes por millón (hoy está en 390 solamente) y temperaturas que en algunos lugares eran de 40 y 50ºC, aunque estos gusanos no lo disfrutarían, puesto que el territorio que hoy es la Península Ibérica, estaba situado muy cerca del polo sur y completamente sumergido.
Los gusanos vivieron su época dorada principalmente porque los sedimentos que se depositaban en los mares procedentes de los continentes eran muy abundantes, ya que las tierras emergidas no tenían aún vida vegetal.
En esas condiciones, la tierra desnuda se erosionaba muy rápidamente lo que producía que las plataformas continentales fueran extensísimas. Es decir, los sedimentos que llegaban al mar, se acumulaban cerca de la costa, formando mares de poco fondo que llegaban a tener miles de kilómetros de distancia desde el continente hasta el borde de la plataforma, donde empezaba ya el océano profundo, por unas pocas docenas de km en el mejor de los casos hoy en día.
Pero todo lo bueno se termina acabando y llegó el frío, en forma de una profunda glaciación, que irrumpió hacia finales del Ordovícico (hace 447 millones de años) extinguiendo a estos animales, junto con muchas otras especies.
Es en épocas cálidas cuando prospera la vida, incluso en los mares polares, y es la vida la que, de alguna manera, moldea la naturaleza en su beneficio: cuando aparecieron las plantas terrestres, moderaron la tasa de erosión del suelo pudiendo así prosperar más y mejor en el nuevo medio que habían conquistado.
Aquí la nota de prensa cuando se descubrieron los fósiles