sábado, 31 de diciembre de 2011

¿Hay otras soluciones al cambio climático?


En la propaganda que nos cuelan un día sí y otro también las diversas instituciones que promueven la teoría del cambio climático de origen humano, está de moda ahora incidir sobre el aumento de catástrofes naturales supuestamente extraordinarias que éste produce (incendios forestales, inundaciones, olas de frío y de calor, nevadas etc.), para, a continuación ofrecernos su solución: reducir emisiones de algunos gases de efecto invernadero (digo algunos porque no se incluye nunca al más importante de todos, el vapor de agua), en especial el CO2.
Para reforzar el mensaje, se nos amenaza con el riesgo que supone el no hacerlo ya, inmediatamente, no sea que superemos el umbral mas allá del cual no hay arreglo posible, umbral que, dicho sea de paso, cada vez cambian de fecha: primero dijeron 2008, para a continuación pegarle una patada adelante a la bola y señalar el 2011, ahora nos lo fijan para el 2016 o 2020…
Nos dicen que la suya es la única solución posible, que no hay alternativas, pero ellos saben perfectamente que:

1. Sí hay otras soluciones posibles
2. Estas otras soluciones son mucho más baratas
3. Y sobre todo, la teoría en que se basan no está respaldada por las observaciones del mundo real, antes al contrario, ha sido desmentida ya por cada vez más numerosas contradicciones y divergencias entre los datos observados realmente y los esperados (aquí la última ) aplicando los modelos matemáticos de ordenador que la utilizan como base.

Veamos algunas de estas soluciones:
Ellos suponen que los desastres vienen por el excesivo calentamiento del planeta, ¿no?
Bueno, pues una de las posibles soluciones sería enfriar la Tierra mediante geoingeniería: se han propuesto numerosas actuaciones posibles: pintar calles, carreteras y tejados con pintura blanca para aumentar la reflectividad de la superficie disminuyendo así la absorción de energía solar, poner en órbita paneles que reflejen luz solar y nos den sombra, sembrar de hierro la superficie de los océanos para que aumente la población de algas del fitoplancton que absorban el CO2, etc.
Está claro que poner en práctica estas soluciones requeriría realizar muchas pruebas y superar muchas dificultades pero también está claro que todas tienen un punto a su favor: nos saldrían más baratas, con una diferencia de varios órdenes de magnitud, que la depresión económica profunda que supondría para la humanidad suprimir o disminuir drásticamente la utilización de los llamados combustibles fósiles (ver aquí ).

Otra de las posibles soluciones sería mitigar el riesgo haciendo frente a los cambios que se pudieran producir. Los factores que habría que estudiar para ello, (según Calvo et al. 2009) serían tres:

1) La peligrosidad del evento, definida como la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno cuya severidad lo hace potencialmente dañino en un lugar determinado y dentro de un intervalo de tiempo específico
2) La vulnerabilidad de la sociedad: es el grado de eficacia que tiene una sociedad para hacer frente a los cambios o adaptarse a ellos. La vulnerabilidad es menor cuanto más rica es una sociedad.
3) La exposición: es el total de personas y/o bienes expuestos a un determinado riesgo.

Actuando sobre cualquiera de estos factores o sobre todos a la vez, se puede reducir el daño que causan los eventos catastróficos de forma mucho más efectiva y barata que intentando cambiar el clima de toda la Tierra.
Un ejemplo de actuación sobre la exposición sería prohibir la construcción de viviendas y otros edificios en zonas inundables cercana a los ríos o en zonas al pie de laderas susceptibles de tener deslizamientos de tierras.
Un ejemplo de actuación sobre la vulnerabilidad sería crear o perfeccionar cuerpos de voluntarios de protección civil adiestrados para hacer frente a los desastres naturales carcterísticos de cada zona: terremotos en áreas sísmicas, inundaciones , aludes, etc.
Un ejemplo de actuación sobre la peligrosidad sería encargar estudios y mapas de riesgo que cuantifiquen los peligros característicos en cada zona, para poder priorizar la asignación de recursos a las áreas más susceptibles y optimizar las actuaciones necesarias.

Conclusión: Aunque nos creamos a los agoreros que pronostican un aumento de desastres naturales en un futuro próximo, hay muchas formas de luchar contra ello, siendo la más cara e inefectiva, a tenor de los resultados de las cumbres climáticas de la ONU, la que nos proponen los burócratas y espabilados que viven del cuento del cambio climático antropogénico. De todos modos, si yo tuviera que optar por una solución lo haría sin duda por la tercera, es decir, mitigar las catástrofes localmente allí donde ocurren por las siguientes razones:
En primer lugar porque es la más barata, está ya probada y es efectiva, y en segundo lugar, porque las catástrofes naturales van a seguir produciéndose sí o sí, aunque no se produzca ningún cambio en el clima, así que el dinero en ningún caso se desperdiciaría, cosa que sí podría pasar con las otras dos opciones, ya que:
En primer lugar las otras dos opciones son mucho más caras (en especial la de cambiar el clima), no están probadas y no se sabe si serían efectivas, y en segundo lugar, si la teoría es incorrecta (que lo es), se podría producir un enfriamiento del planeta, lo que causaría muchos más daños que el calentamiento, es decir, el remedio podría ser mucho peor que la enfermedad.
Referencias: Calvo, D. Molina, M.T.; Salvachúa, J. (2009) Ciencias de la Tierra y Medioambientales 2º Bachillerato. Ed. McGraw-Hill

domingo, 11 de diciembre de 2011

La hoja de ruta climática de la ONU en Durban según Monckton



Christopher Walter Monckton es un politico conservador británico, antiguo asesor de Margaret Thatcher, que se ha especializado en temas de cambio climático y es conocido por su gran conocimiento del tema y su postura en contra de las tesis oficiales de calentamiento global causado por el Hombre. Nos manda una crónica desde Durban, donde se celebra la convención climática anual de la ONU, destapando lo que no nos cuentan los medios de información de masas. Voy a intentar resumir sus principales conclusiones. (aquí el original en inglés):
En un documento de 138 páginas, los activistas climáticos exponen las siguientes acciones que pretenden que realicen los países que lo firmen:
1. Tribunal climático: Crear un tribunal climático internacional con poderes para obligar a los países occidentales a pagar enormes sumas de dinero en compensación por supuestas “deudas climáticas” con los países del tercer mundo. Por supuesto, ese tribunal no tendrá ningún poder sobre estos últimos, sólo afectará a los desarrollados.
2. Derechos de la “Madre Tierra”: Los países reconocerán y defenderán supuestos derechos de la Madre Tierra según los proponentes “para asegurar la armonía entre la humanidad y la naturaleza”
3. Derecho a sobrevivir: derecho de algunos grupos humanos supuestamente en peligro por la subida del nivel del mar (que no se está produciendo, de hecho lleva dos años bajando) y otros impactos derivados del cambio climático.
4. Guerras: las guerras y el mantenimiento de fuerzas de defensa, deben cesar (no se sabe muy bien a qué cuento ponen esto aquí, dado que no hay ninguna guerra actualmente por cuestiones climáticas).
5. Nueva meta de temperatura global: limitación de la temperatura global a 1 ºC por encima de los niveles preindustriales (como en los siglos inmediatamente anteriores a la era industrial estábamos en plena pequeña edad de hielo, la temperatura media global era 3 ºC más baja que la actual, esto significa que los proponentes quieren que la temperatura quede 2 ºC por debajo de la actual, es decir, más frío, ¡que es mucho más peligroso que el calor!)
6. Nueva meta de emisiones: -pero solo para países occidentales- con una reducción de emisiones de hasta el 50% en los próximos 8 años y ¡de más del 100%! para 2050 (es decir, no más gasolina, no más coches, no más aviones, no más trenes, no más barcos, no más gas en nuestras cocinas y calefacciones, etc., o sea, vuelta a la edad de piedra pero sin poder encender fuego en nuestras cuevas!)
7. Nueva meta de 300 ppmv (ppmv=partes por millón en volumen) de concentración de gases invernadero: como ahora estamos en 560 ppmv de gases (incluyendo las 390 ppmv de CO2 y el resto los otros gases en unidades equivalentes de CO2), esta meta significaría bajar a 210 ppmv de CO2 más 90 ppmv de los otros gases (lo que dificultaría a las plantas conseguir el CO2 necesario para sobrevivir, ya que por debajo de 150 ppmv las plantas mueren, el óptimo de la mayoría de los vegetales está por encima de 1.200 ppmv, así que la concentración de 210 ppmv está peligrosamente cerca del límite inferior de supervivencia de las plantas, por lo que su crecimiento y productividad menguaría con respecto a la actual. Resultado: menos comida y más hambre para el tercer mundo y para toda la biosfera).
8. El año tope para seguir aumentando emisiones: es este año, (por lo que deberíamos reducir emisiones en plena crisis económica).

Por último, señalar que Occidente pagaría todo, se habla de 100.000 millones de dólares anuales, dinero que administraría la ONU, por supuesto (el que parte y reparte…)

jueves, 8 de diciembre de 2011

Las cumbres climáticas: ¿científicas o políticas?


Es curioso cómo se trata el tema de las cumbres climáticas en los medios de comunicación españoles: mientras unos periódicos ponen la noticia en la sección “sociedad” como El País o el ABC, otros la incluyen en la sección “ciencia” como El Mundo y Público.
Las cumbres del clima empezaron siendo unas reuniones de unas 2.000 personas a mediados de los ’90 para pasar a ser megaconferencias con más de 20.000 representantes pertenecientes a 195 países. Pero no están solo los países: a estas reuniones van también representantes de las ONGs ambientalistas, o lo que es lo mismo, van grupos de presión, lobbys internacionales que, como todos los grupos de presión, apoyan sus intereses particulares.
Al decir del anterior responsable máximo de estas megacumbres, el holandés Yvo De Boer (ver aquí) “el cambio climático está tan relacionado con los intereses económicos que la negociación necesita empuje al máximo nivel” Y es por eso que convocaron hace dos años, en la cumbre climática de Coopenhague, a los presidentes de los países más poderosos del mundo. Lógicamente, cuando son los políticos los que negocian, se habla mucho de política y economía y poco (por no decir nada) de ciencia.
En la cumbre del año pasado en Cancun (México), unos estudiantes americanos pasaron un cuestionario de recogida de firmas a los asistentes para prohibir una pretendida sustancia letal: el “monóxido de dihidrógeno”. Según este cuestionario, la sustancia era mortal por inhalación, el componente principal de la lluvia ácida, su exceso producía miles de muertos al año etc. etc. Por supuesto, la inmensa mayoría de delegados firmaron la petición, sin percatarse de que estaban firmando que se prohibiera el agua (H2O, es decir, químicamente monóxido de dihidrógeno) lo cual demuestra que los delegados que van a esas cumbres no son precisamente científicos sino más bien políticos y funcionarios o empleados públicos, puestos a dedo en la mayoría de ocasiones, y que poco tienen que ver con la ciencia.

Entonces, ¿por qué algunos periódicos siguen incluyendo estos encuentros en la sección de ciencia?
En mi opinión la razón fundamental es que se está utilizando la ciencia para hacer descaradamente política.

Desgraciadamente, los acuerdos que se toman en esas cumbres, nos afectan a todos, ya que los esfuerzos económicos que implican son milmillonarios, perfectamente capaces de llevar a un país a la ruina si se hiciese caso de las pretensiones de algunos.
Por ejemplo, solo el coste de los derechos de emisión de CO2 en España, derivados del tratado de Kyoto será, según fuentes del Ministerio de Medio Ambiente, de 500 millones de euros a pagar por el sufrido contribuyente antes de 2014, siempre que no suba en el mercado el coste de la tonelada de CO2, que ahora está bajo mínimos, si esto sucede podría incluso doblarse.
Por otro lado, algunas empresas industriales se lucran vendiendo derechos de emisión de CO2 que les sobran debido al parón económico (ver aquí).
Y no hablemos ya del dispendio de las energías alternativas, que seguimos subvencionando con dinero público en plena crisis económica, lo que encarece el recibo de la luz (ya se habla de una nueva subida del 25% el año que viene) y hace perder competitividad a nuestras empresas. Mientras, nuestros principales competidores mundiales, al no estar sujetos a restricciones por no haber firmado el tratado de Kyoto (como Estados Unidos) o porque el mismo tratado los dejaba al margen (como Brasil, India y China), siguen produciendo bienes y servicios a precios baratos y emitiendo CO2 sin apenas restricciones.

De hecho, según la comisaria europea de Cambio Climático, Connie Hedegaard (ver aquí), los países que están dispuestos a firmar un nuevo tratado (el acuerdo de Kyoto termina el 2012) representan solo el 15% de las emisiones mundiales, ya que incluso se están descolgando países que lo firmaron anteriormente, como Canadá y el propio Japón.

Por último, hay que decir que estas conferencias son dudosamente democráticas, desde el momento en que están presentes las ONGs ambientalistas (en realidad multinacionales, muchas de ellas controladas por empresas petroleras) pero no otros grupos de presión, defensores de colectivos que se podrían ver también afectados: organizaciones de consumidores, sindicatos, empresarios, industrias no energéticas (que se ven afectadas por la subida de la energía) y, sí, también científicos no afectos al régimen , que los hay, y cada vez más, científicos que se ven sistemáticamente boicoteados, en sus publicaciones y aspiraciones de promoción profesional, por el lobby calentólogo y sus beneficiarios, que viven de la mamandurria del cambio climático, y que ven peligrar sus privilegios cuando se habla de ciencia de verdad.