Me entero por Plazamoyua y The resilient Earth que la teoría de la cinta transportadora oceánica de calor, o circulación termohalina, tal y como la conocíamos hasta ahora, está cada vez más cuestionada y que ya algunos oceanógrafos de prestigio la dan por caída, a la luz de los últimos descubrimientos sobre corrientes oceánicas, cada uno de los cuales ha supuesto un nuevo hachazo a su credibilidad. La nueva teoría que surge como sustituta está aún mal definida, pero se puede decir que en ella intervienen muchos más factores que los tradicionales, lo que hace a la circulación del agua (y del calor) en los océanos un fenómeno mucho más complejo de lo que hasta ahora se creía.
La pregunta que podríamos hacernos ahora es: ¿afectan estos cambios a la teoría climática oficial?.
En realidad no mucho, pues la teoría oficial se basa en un fenómeno atmosférico, el aumento del CO2, como la causa más importante que conduce la máquina climática terrestre. A lo que afecta en realidad, es al “plan B” de los oficialistas.
Cuando se quiere alarmar con el cambio climático, lo habitual (el plan “A”) es hablar del CO2 y de la subida catastrófica de la temperatura que lleva a fenómenos extremos: subida de varios metros del nivel del mar, aumento de huracanes, etc., pero, claro, esto puede o no pasar ya que, en definitiva, solo son especulaciones, así que se guardan otro as en la manga: el paro de la corriente termohalina por el deshielo de Groenlandia, (el plan “B”): según esta teoría, al aparecer un caudal grande de agua dulce procedente del deshielo de Groenlandia, la corriente del Golfo se detendría, cortando la circulación termohalina y causando un enfriamiento en Europa, lo que desencadenaría rápidamente una nueva edad glacial. Esta teoría es en la que se basa la película “El día de Mañana” y es uno de los miedos (léase augurios apocalípticos) preferidos de Al Gore.
Todas estas especulaciones alarmistas tienen una base común: la creencia en "la gran sensibilidad del clima de la Tierra ante pequeños cambios ambientales causados por el hombre" o, lo que es lo mismo, pequeñas causas pueden tener grandes efectos debido a mecanismos de retroalimentación positivos (el clásico ejemplo es el de el acople de un micrófono a su altavoz, que produce el clásico y molestísimo pitido). Lo que no dicen los alarmistas es que la Tierra sufre continuamente pequeños cambios (del día a la noche, del verano al invierno, etc.) y no se observa esta hipersensibilidad debido a que también hay mecanismos de retroalimentación negativos, es decir, mecanismos amortiguadores y estabilizadores (la evaporación del agua oceánica, la lluvia, el viento, etc.) que tienden a minimizar estos cambios en lugar de incrementarlos.
La teoría de la cinta transportadora se prestaba a estos alarmismos debido a que se supone que existían puntos clave en el océano (como el Mar de Noruega, donde se hundían las aguas cálidas de la gran corriente termohalina mundial), que funcionaban a modo de motor. Si este motor se paraba, todo el sistema podía colapsar.
Los nuevos descubrimientos vienen a cuestionar este modelo simplista de circulación oceánica haciendo mucho más difícil de creer el plan B.
Weekly Climate and Energy News Roundup #621
Hace 1 hora
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