domingo, 16 de septiembre de 2012

la temperatura más alta de los registros


La temperatura de garita meteorológica que se suponía más alta de todos los tiempos,  la tomada el 13 de septiembre de 1922 en El Aziza, Libia (localidad situada a unos 40 kilómetros al suroeste de Trípoli) ha sido invalidada por la Organización Meteorológica Mundial. La más alta es ahora la  de 56,7 grados centígrados registrada el 10 de julio de 1913 en el Valle de la Muerte, en la imagen (California, Estados Unidos). (Ver la noticia aquí)
Entre otras razones, las causas de la invalidación son:

- -        La situación inadecuada de la garita: sobre asfalto en vez de sobre césped o arena (esta última, en el caso que nos ocupa, sería prácticamente la única posible, al estar situada la estación en pleno desierto) siendo que el asfalto absorbe mucho mejor que otros materiales el calor del sol y se ha demostrado que influye en la medición aumentando la temperatura.

-      -   La inconsistencia con las lecturas de ese mismo día de las estaciones situadas en localidades vecinas, ya que ninguna registró una temperatura mayor de 32 grados.

-  -       El hecho de que el observador, posiblemente, no fuera el habitual: la medida de 58 grados está escrita con una caligrafía diferente a la de las entradas anteriores y parece que la persona que escribía no tenía claro en qué columna anotar las temperaturas. También se apunta que los termómetros usados tienen una barra magnética (ver en la imagen de abajo la barrita azul de la columna de la derecha arriba del mercurio) para registrar las máximas y las mínimas que, leída incorrectamente por arriba, y no por debajo de ella, puede dar una diferencia de 7 grados más.

-    -     El cambio de ubicación de la estación: se cambió en tres ocasiones. En su primera ubicación (de 1913 a 1920), registró una temperatura máxima de 48 grados, en la segunda (de 1920 a 1926), sobre la base de asfalto ya mencionada, marcó el presunto récord, y en el tercer emplazamiento, que ocupó entre 1927 y 1984, la máxima llegó a los 50 grados, registros muy lejanos de los 57,8 que supuestamente se registraron en la ubicación de 1922.


Parece claro, pues, que el registro es incorrecto y, por tanto, inválido. Lo curioso es que las causas que se aducen para invalidarlo no sean igualmente aplicadas a tantos y tantos registros de temperatura de similares características, (ubicación sobre asfalto o cerca de fuentes de calor  artificiales, observadores inadecuados, cambio de localización de las estaciones, inconsistencia entre urbanas y rurales etc.) deficiencias que se han denunciado en muchas ocasiones por meteorólogos reputados (véase aquí el estudio realizado por Anthony Watts sobre el asunto). Estos registros incorrectos, desgraciadamente, son los que se utilizan una y otra vez para hacernos creer una subida de temperaturas a finales del siglo XX muy por encima de la que realmente se ha producido, metiéndonos miedo con “el coco” del calentamiento global.

Por cierto, la ahora oficial temperatura más alta de todos los tiempos, se produjo nada menos que en 1913, casi nueve años más atrás que el récord invalidado del desierto de Libia en 1922. Si hay tanto calentamiento como dicen, ¿Cómo es que no se ha registrado ningún récord absoluto en los 99 años que han transcurrido desde entonces?


martes, 31 de julio de 2012

Deshielo en Groenlandia, la última falsa alarma

Estos últimos y calurosos días dos noticias han venido a animar un poco el cada vez más mediáticamente apagado debate sobre el cambio climático: el deshielo de Groenlandia y la medición de las temperaturas en Estados Unidos. Por un lado, se ha hablado, y mucho, del supuesto “deshielo de Groenlandia” Una buena y extensa explicación en español de lo que realmente pasó allí, lo tenemos en Mitos y Fraudes (ver aquí). Resumiendo mucho, se puede decir que una ola de calor puntual, excepcionalmente fuerte, afectó Groenlandia a mediados de Julio, produciendo, supuestamente, un deshielo de la capa más superficial de nieve depositada sobre la capa de hielo que cubre esta isla. El fenómeno no es la primera vez que se produce, como así lo atestiguaron los investigadores que dieron parte de él. En realidad es un fenómeno cíclico que ocurre cada 150 años y que hace unos 150 años que se produjo por última vez, así que ha acudido formal a su cita. Tampoco es un acontecimiento que podamos denominar como catastrófico o preocupante desde el punto de vista medioambiental, puesto que el aumento de temperaturas que lo produjo duró solo unas pocas horas, no más de dos o tres, durante las que el termómetro rebasó el punto de congelación uno o dos grados, volviendo luego las temperaturas a su acostumbrado nivel bajo cero. Ni siquiera el día que se produjo tuvo una temperatura media positiva si se computan todas las 24 horas como debe de ser. Por tanto, se supone que el agua descongelada volvió a congelarse casi enseguida, y digo se supone porque nadie ha estado allí para medirla, todo son especulaciones basadas en las mediciones de la temperatura por satélite. Por supuesto, nadie ha notado ninguna alteración en el ecosistema groenlandés o de los mares que la circundan. Es decir, el supuesto deshielo de esos milímetros o algún centímetro de nieve superficial sobre una capa que tiene más de dos kilómetros de hielo en algunos puntos, es un suceso curioso y raro, pero no preocupante ni único. Lo que sí es preocupante, pero no único, es el alarmismo gratuito que hicieron con él los medios de comunicación, que no desaprovecharon la ocasión para meter miedo con él a la población y apostar de paso, como quien no quiere la cosa, por las energías renovables y otros carísimos dispendios, como los coches eléctricos, que nos quieren vender los pijoprogres un día sí y otro también, a pesar de la crisis que tenemos encima. El otro acontecimiento, la medición de temperaturas en Estados Unidos, a pesar de ser mucho más importante, ha pasado desapercibido en los medios de “desinformación” masiva, ya que destapa un escándalo mayúsculo: la manipulación que agencias federales de Estados Unidos realizan con los “ajustes” de temperaturas que miden los termómetros de las garitas meteorológicas de su país (ver aquí en WUWT). Resumiendo, se puede decir que agencias a priori tan serias y prestigiosas como la estadounidense NOAA (en español: Administración Nacional Atmosférica y Oceánica) han aumentado los registros de temperatura observados mediante un método estadístico que ajustaba sistemáticamente al alza los valores de temperaturas. El caso ha sido destapado por una investigación muy rigurosa que ha realizado, con ayuda de miles de voluntarios, Anthony Watts, el meteorólogo creador de WUWT, la página web más importante y visitada en el tema del cambio climático.

martes, 3 de julio de 2012

La energía solar también provoca desastres medioambientales

Sabíamos que la energía eólica puede provocar, y de hecho provoca, muchos daños mediambientales: muerte por choque con las aspas de aves protegidas, incendios forestales al prenderse fuego las turbinas por caída de rayos o recalentamiento de la maquinaria, etc. Desastres que se añaden a los accidentes laborales por caídas de operarios desde más de 60 metros de altura, o accidentes de tráfico al acceder a los altos en que se ubican los aerogeneradores por carreteras de montaña, no siempre en buen estado. Sin embargo, la energía solar parecía que, aparte de su enorme precio y de los problemas que se generan en su fabricación, en donde se necesitan elementos químicos raros, no tenía demasiadas pegas medioambientales. Pero llegó el verano de 2012 y, como si de una premonición del calendario maya se tratase, se produce el mayor incendio de los últimos 30 años en el este de España. Y ¿cuál es la causa? La instalación de unas placas de energía solar. En un acto de imprudencia manifiesta, y pese a las prohibiciones en vigor de no realizar trabajos que impliquen fuego en zonas forestales durante las olas de calor, como la que hemos sufrido en toda la Península Ibérica estos últimos días, unos operarios se afanaron en soldar placas solares en una caseta de una zona forestal (ver aquí) . Las chispas del soldador originaron la tragedia que ya ha devastado casi 30.000 hectáreas y se ha cobrado una vida, la de un piloto de helicóptero que participaba en las labores de extinción. La pregunta que me surge es: ¿se podría haber evitado? La respuesta que daría un político, muy posiblemente, sería: Sí, con leyes más restrictivas y más prohibiciones. La respuesta de un intelectual progre o de un ecologista, muy posiblemente, sería: Sí, con más educación medioambiental en las escuelas. La respuesta de los economistas quizás sería: sí, no, quizás, a medias… dependiendo de qué escuela económica sea. Mi respuesta sería: Desde luego, no simplemente promulgando leyes y prohibiciones, que no han servido para nada como acabamos de comprobar. Quizás se paliaría algo el problema con más educación medioambiental, aunque dudo que fuera mucho, puesto que no todo el mundo aprueba los exámenes y menos gente aún interioriza, realmente, lo que aprende en las escuelas (la mayoría lo aprenden para el examen e inmediatamente lo olvidan). En definitiva, a mi entender, este tipo de tragedias, tal y como están las cosas, son prácticamente inevitables por las siguientes razones: En primer lugar, al estar distribuida la energía solar en muchos lugares, algunos de difícil acceso, supervisar todas y cada una de las instalaciones es prácticamente imposible, así que hay que confiar en la competencia de la gente. Como no todo el mundo es competente, y aunque así fuera, hasta el más listo comete errores de vez en cuando, los accidentes son inevitables. En segundo lugar, nuestros bosques se han convertido en polvorines (ver aquí)desde que no se recoge leña para cocinar. Por otro lado, tampoco se fomenta la ganadería de cabras y ovejas, que podría limpiar las zonas forestales, ni la presencia de especies salvajes, como ciervos y cabras montesas, que podrían hacer el mismo papel. En tercer lugar, el problema se agrava más por la presencia de urbanizaciones rodeadas de masa boscosa, en el caso que nos ocupa, de bosques de pinos, una especie vegetal caracterizada por la presencia de resina, que la hace especialmente vulnerable al fuego. Se nos ha dicho que las energías renovables son limpias, seguras y sin problemas, que las energías fósiles generan terribles accidentes, como mareas negras y demás, pero no se nos cuenta de la misma forma las desventajas que tienen estas energías renovables, aparentemente (sólo aparentemente) amigables con el medio ambiente. En definitiva, como todas las tecnologías que el ser humano utiliza.

sábado, 19 de mayo de 2012

Las flatulencias atacan de nuevo

Ha aparecido un nuevo estudio sobre los dinosaurios (ver aquí) afirmando que sus flatulencias podrían haber influido significativamente en el clima de la era secundaria, dada la gran cantidad de comida que ingerían, lo que les llevaba a liberar, según los investigadores, grandes cantidades de metano, un gas con efecto invernadero. Del estudio, aparentemente serio y riguroso, se hace eco el muy calentólogo diario ABC como si de la Biblia se tratase (ver aquí) En realidad, estos estudios de serios solo tienen la apariencia, ya que no pasan de ser puras especulaciones sin apenas fundamento En efecto, dada la enorme distancia en el tiempo que nos separa de aquellas épocas, los registros fósiles son necesariamente fragmentarios, incompletos y poco fiables, por tanto absolutamente insuficientes para que podamos deducir de ellos con exactitud la importancia que pudieron tener las emisiones de metano de los dinosaurios. Por ejemplo, entre otras cosas, no sabemos con seguridad (y en el estudio lo reconocen así): - Ni qué densidad poblacional tenían los dinosaurios (las estimas varían hasta en un factor de 10) - Ni qué metabolismo tenían exactamente (cuántos eran de sangre fría y cuántos de sangre caliente, fundamental en este tema) - Ni qué producción de metano tenían en sus intestinos (se hacen estimaciones pero basadas en animales actuales que no tienen por qué coincidir) - Ni qué tasa de eliminación de metano tenía la atmósfera de entonces Por último, si se da por buena una importante contribución de estas flatulencias al calentamiento global, ¿Quiere explicarme alguien por qué la última edad glacial duró 100.000 años con la cantidad de megafauna que existía entonces? ¿O es que los mamuts y los rinocerontes lanudos no se tiraban pedos? Si es tan importante el metano, ¿Por qué se produjo el calentamiento global de finales de la última edad glacial si antes ocurrió una gran extinción de todos estos grandes animales en el evento conocido como la joven dryas? Teniendo en cuenta lo poco que sabemos de del clima actual, querer comprender el clima de la era secundaria hasta el punto de saber en qué medida los gases de los dinosaurios influían en él... ¡Pufffff, qué mal huele!

martes, 1 de mayo de 2012

Buenas noticias para los osos polares: son más antiguos de lo que se creía

La doctrina oficial sobre los osos polares los pinta como una especie frágil, casi delicada, una especie cuyo destino es la extinción total si los malvados humanos seguimos emitiendo el demoniaco CO2 por nuestros coches e industrias debido al supuesto calentamiento global que esto produce. Para sustentar esta visión, los alarmistas se basaban en la creencia científica de que los osos polares eran una especie joven, que había aparecido durante el último periodo glaciar, por tanto su especie tendría menos de 115.000 años y habría evolucionado del oso pardo a medida que el clima se enfriaba. Debido a esto, se suponía que nuestra actual época interglaciar era mala para ellos y por tanto, como estaban ya al borde del colapso, una subida de temperatura en el planeta, aunque fuera de pequeña magnitud, los podía extinguir fácilmente. Pero hete aquí que van unos científicos (ver aquí) y descubren que los osos polares son una especie mucho más antigua, que tiene unos 600.000 años, y que por tanto han pasado ya varios periodos interglaciares, al menos 5 contando el presente, algunos como el Eemiense (entre hace 127.000 y 115.000 años aproximadamente) mucho más cálidos que el actual Holoceno, que es en el que nos encontramos hace ya 11.600 años. Hay que recordar que el Eemiense fue un periodo con temperaturas globales entre 1 y 2ºC superiores a las actuales, el nivel del mar estaba dos o tres metros más alto que ahora, y zonas como Groenlandia tenían temperaturas medias hasta 5ºC mayores que las de ahora, como demuestran los hallazgos de fauna tropical en latitudes altas: se han encontrado fósiles de hipopótamos en Inglaterra que datan de esa época, y polen de árboles de climas cálidos en las terrazas del río Eem, en Holanda, de donde le viene el nombre. Todo esto sugiere que los osos polares son una especie más adaptable y resistente de lo que se creía, capaz de sobrevivir durante miles de años con temperaturas más altas que las actuales y de superar eventos causantes de extinciones masivas que se cargaron a muchas especies de climas fríos, como la Joven Dryas, hace 12.900 años, donde se extinguieron grandes especies adaptadas a climas glaciales como los mamuts, los rinocerontes lanudos e incluso otras especies de osos, como el oso cavernario y el de cara corta, eventos catastróficos que no pudieron con el oso polar. En resumen: el oso polar es una especie fuerte y próspera, que está aumentando de número (ha pasado de unos 5000 ejemplares en los años ’60 a los 25.000 actuales) y que se ha adaptado incluso a la cada vez mayor presencia humana en el Ártico, prosperando y atiborrándose de comida, incluso en verano, gracias a nuestros basureros y a los cadáveres de ballenas que aparecen cuando se produce el deshielo (en la fotografía de arriba), por eso choca tanto que, a pesar de ello, los alarmistas (ver aquí la noticia en ABC) ven en el descubrimiento de la mayor antigüedad del oso polar una prueba de que están en peligro, demostrando, una vez más, que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

lunes, 9 de abril de 2012

Shakun et al 2012: comparando peras con manzanas

Estos días hay mucho revuelo en el bando pro calentamiento global a raíz de la aparición en Nature de un trabajo de Shakun et al. (2012) (ver aquí)sobre la correlación entre la temperatura y el CO2 durante la última desglaciación. El trabajo concluye que la subida del CO2 precede al aumento de temperatura, justo lo contrario de lo que concluyen todos y cada uno de los trabajos previos sobre este asunto, que son muchos ya, y que asignan un retraso de la subida del CO2 de entre 100 y 5.000 años (media de 800) con respecto a la subida de las temperaturas.
La figura que resume el trabajo se muestra a continuación:

En la figura, los círculos amarillos son las mediciones de CO2 en un núcleo de hielo de la Antártida, la línea roja es la medición de temperatura en ese mismo núcleo y la línea azul es una media de 80 diferentes "proxys" (métodos aproximados para determinar un parámetro) de temperatura tomados en otros lugares y utilizando otros métodos.
Los conocidos escépticos Willis Eschenbach y Don Easterbrook han analizado este trabajo en profundidad (ver aquí y aquí) y ya se ha encargado ellos de poner de manifiesto que las asunciones y datos en que se basan los autores son de todo menos exactos y comprobables, y en los enlaces se pone de manifiesto todo esto.
Sin minusvalorar las otras inexactitudes y fallos del trabajo, que son muchos, yo solo quiero poner el acento en lo que a mi juicio es lo peor de este nuevo intento de salvar una teoría que se hunde irremisiblemente:

El resultado lo consiguen comparando los datos de CO2 de 80 proxys diferentes con UN SOLO REGISTRO de CO2 trazado a partir de un solo núcleo de hielo.

En la figura de arriba ellos representan la temperatura sacada de ese núcleo de hielo (línea roja) y los datos del CO2 del mismo núcleo (círculos amarillos), para, a continuación compararlos con los otros proxys (línea azul) en un claro caso de comparación entre peras y manzanas: En efecto, para hallar la línea azul han tenido que promediar 80 diferentes líneas de 80 lugares diferentes y lo que es peor, utilizando 80 métodos diferentes al de los núcleos de hielo en los que miden el CO2.

Dado que no se ha medido la concentración de CO2 en esos lugares, es científicamente incorrecto compararlos con la medición de CO2 en un solo lugar y por un único método que es, curiosamente, el de medir el CO2 en los núcleos de hielo (miden el CO2 en las burbujas que quedan atrapadas en los núcleos de hielo). Es decir, rechazan implícitamente como incorrecta la medición de temperatura en ese núcleo de hielo para, a continuación, valorar como correcta la medición de CO2 hecha en ese mismo núcleo de hielo y compararla entonces con otras mediciones de temperatura en otros lugares hechas empleando otros métodos diferentes.

Lo realmente correcto hubiera sido comparar sólo las mediciones de la temperatura y CO2 de ese único lugar (los círculos amarillos y la línea roja en la imagen). En todo caso, si se quiere hacer una miscelánea de 80 proxys diferentes de temperatura, con todo lo que ello implica de inexactitudes y de posible “cocina” estadística, se debe hacer lo mismo con el otro término de la comparación: 80 proxys diferentes de CO2 en los mismos lugares en los que se midió la temperatura.
Pero eso no lo han hecho, porque entonces saldría que la subida de la temperatura comienza antes de la del CO2, como sale en todos los demás trabajos e incluso en el suyo, si solo se tiene en cuenta la línea roja y los círculos amarillos, los únicos términos comparables en buena práctica científica.
Y es que hay otros métodos de medición de CO2 que no han empleado y que, por supuesto, no mencionan, como el de los estomas de las plantas. Es más, ni tan siquiera han promediado las mediciones de CO2 en otros núcleos de hielo sacados de otros glaciares, cosa que sí ha hecho Willys Eschenbach (ver aquí y en la imagen de abajo) y le sale otra cosa muy diferente a lo que nos muestran Shakun et al.



En esta figura se comparan los registros de temperatura empleados por Shakun et al. en bruto, es decir sin sacar el promedio (puntos verdes), con los registros de CO2 utilizados por esos mismos autores (circunferencias negras) y con los otros registros de CO2 sacados de otros núcleos de hielo que incluye Eschenbach en forma de círculos de colores. Se aprecia entonces que no está tan clara la precedencia del CO2 con respecto a la temperatura y también que Shakun et al. han hecho una última trampa:

No incluyen los registros de CO2 posteriores a hace 5.000 años porque entonces no les cuadra la conclusión: notar que las circunferencias negras se detienen hace 5.000 años.

¡Qué casualidad, justo cuando empieza a subir el CO2 y a bajar la temperatura!
O sea, comparan peras con manzanas y esconden los datos que no les cuadran, en un claro intento de engañar al personal.

En definitiva, un trabajo que una revista supuestamente seria como Nature debería haber rechazado.

domingo, 1 de abril de 2012

Las chimeneas crean riqueza


Uno de los tópicos más usados, siempre que se quiere atacar nuestro modo de vida actual desde el punto de vista medioambiental, es la imagen de enormes chimeneas humeantes en un entorno industrial.
La imagen del humo, y de la industria en general, se asocia a contaminación atmosférica pero también a enfermedades, explotación de la clase obrera por el capitalismo salvaje, pobreza y toda clase de miserias humanas. Ante esto, yo me pregunto:

¿Se corresponde esta visión con la realidad? Y también:

¿Es esta asociación válida hoy en día?

Veamos en primer lugar, el presunto daño al medio ambiente: en un reciente post, el gran Antón Uriarte (ver aquí)nos ilustraba sobre la mejora en China de las emisiones de dióxido de azufre, uno de los principales contaminantes liberados por las centrales térmicas de carbón, emisiones que han experimentado un espectacular descenso en los últimos años hasta quedar en 2010 por debajo de las que este país producía en 1996, a pesar del enorme aumento del número de centrales que utilizan carbón. Esto se produce por la mejora en la eficiencia de estas centrales y el uso de filtros que reducen las emisiones contaminantes.

Otros contaminantes como los óxidos de nitrógeno también han disminuido en las emisiones de la industria actual, lo que es positivo, ya que son nocivos para los seres humanos cuando se encuentran en altas concentraciones, pero no lo es tanto para el medio ambiente, ya que al caer al suelo, arrastrados por la lluvia, fertilizan los campos con nitrógeno, que como todo agricultor sabe, es uno de los elementos clave en los abonos (en forma de nitratos).

Por último, hay que señalar los beneficios del aumento de CO2, un gas falsamente demonizado como contaminante y productor de calentamiento global, pero que en realidad es el gas de la vida, la comida de las plantas, el elixir que hace que crezcan más y resistan mejor a la sequía, sin CO2 el oxígeno no existiría y toda vida animal o vegetal desaparecería de la faz de la Tierra.

Por supuesto, sería deseable reducir los verdaderos contaminantes, como los óxidos de azufre y nitrógeno ya mencionados y también otros como los metales pesados, ozono, etc. pero la solución no es deshacerse de la industria, sino poner filtros y tratar el combustible, o cambiar la maquinaria de manera que se haga más efectiva y consuma menos como hacen los chinos.

Es decir, la solución a los problemas tecnológicos no es retroceder (a periodos preindustriales o a la edad de piedra como quieren algunos), es avanzar mediante el perfeccionamiento de la propia tecnología.

¿Cómo se hace esto? Desde luego, no intentando que se reduzca a cero el riesgo de accidente o la emisión de contaminantes, no es posible hacer eso ya que la seguridad completa no existe y la limpieza perfecta, tampoco. Toda actividad humana (o animal) va a producir un impacto en el medio ambiente, el mero hecho de existir ya implica un consumo de energía y de recursos. Por tanto la manera de hacerlo, a mi juicio, es:

Cuidando que la relación entre los perjuicios causados y los beneficios a conseguir sea favorable a estos últimos.

La industria es un bien necesario en la sociedad humana actual, y los países en que ha retrocedido el peso de este sector, como en España (en donde ha pasado de representar un 30% del PIB en los años ‘70 a un 17% actual), son proclives a sufrir más intensamente los vaivenes de la economía, en especial en épocas de crisis como la actual.

sábado, 24 de marzo de 2012

Reflexiones sobre el coste de la energía en España



Estos días se oye hablar mucho en la prensa española del déficit de tarifa y la posible subida de precio de la electricidad. Se publican los diferentes conceptos que pagamos en el recibo (ver aquí y aquí ) y resulta que nos enteramos (algunos ya lo sabíamos, por supuesto) de que más del 50% son peajes e impuestos, es decir, costes políticos derivados de las diferentes agendas que los sucesivos gobiernos han ido imponiendo para financiarse (con los impuestos) y financiar a enchufados y empresas afines (con las primas a las renovables), aprovechándose de la dependencia que tenemos del fluido eléctrico para desarrollar casi cualquier actividad en nuestras muy cableadas sociedades.

Resulta que nuestros políticos, no contentos con imponernos el precio de la energía eléctrica más caro de la Unión Europea (si exceptuamos Chipre y Malta por evidentes razones insulares), parece que nos quieren endosar una subida (otra más) del 7% para abril de este año (ver aquí), con la excusa de que hay que reducir el tremendo déficit de tarifa.
Hay que recordar que el déficit de tarifa (ver aquí para más datos), teóricamente, es la diferencia entre los costes reales de la electricidad y los que paga el abonado, diferencia que no ha hecho más que crecer desde que se instauró y que ahora rondará los 27.500 millones de euros (dicen que son “solo” 24.000 millones pero esos cálculos no tienen en cuenta los últimos meses), un enorme agujero contable que nos genera cuantiosos intereses y que, de no tomar medidas, se verá incrementado inexorablemente año a año.
Ante esto, yo me pregunto:

1º ¿Por qué se instauró originariamente el déficit?.

Mi respuesta es:
Porque al Gobierno de entonces (el PP de Aznar a finales de los ‘90) se le planteó una disyuntiva ante la subida del coste de la energía:

a) O afrontaba una impopular subida del recibo de la luz
b) O instauraba un nuevo modelo de cálculo del coste de la electricidad más beneficioso para el usuario-contribuyente
c) O tiraba por la calle de en medio y dejaba a deber esa cantidad para que la pagaran futuras generaciones, y que otros gobiernos resolvieran el problema, aplicando el dicho “el que venga detrás que arree” (que es lo que al final hizo).

Hay que recordar aquí que la manera en que se calcula el coste de la energía es retribuyendo todo al precio de la fuente energética más cara en el mercado, que resulta ser el gas. Es decir, si, por ejemplo, el gas tiene un precio hoy de 50 euros el megavatio, el Estado paga 50 euros por megavatio a todas las compañías, independientemente de que generen la electricidad con gas o con otras fuentes más baratas (nuclear, hidroeléctrica o carbón, debido a que las presas y centrales nucleares están amortizadas y el carbón de importación es más barato que el gas), son los llamados “beneficios llovidos del cielo”, con los que se han lucrado las eléctricas a nuestra costa durante años y años.

2º ¿Qué pasó después? ¿Resolvió el Gobierno del PSOE el problema?

Mi respuesta: No sólo no lo resolvió sino que lo agravó aun más mediante las primas a las renovables, que dispararon el déficit de tarifa hasta las estratosféricas alturas en que se encuentra hoy.

3º ¿Qué va a hacer el Gobierno actual?
Mi respuesta: Por lo que parece, seguirá subiéndonos la luz.

Por último, cabe preguntarse:

4º ¿Qué debería hacer el Gobierno si de verdad quisiera resolver el problema del déficit de tarifa de la manera menos costosa para el usuario-contribuyente?

En mi opinión, debería:
1. Suprimir todas las primas a las renovables
2. Bajar los abusivos impuestos (en torno al 20%) que pagamos en el recibo
3. Instaurar una verdadera competencia entre las eléctricas, dando paso a compañías extranjeras y liberalizando el sector.
4. Decretar un canon a pagar por la utilización de presas con fines hidroeléctricos.
5. Suprimir las ayudas al carbón nacional
6. Modificar a la baja el sistema de cálculo de precios para que tenga en cuenta el menor coste de las energías hidroeléctrica y nuclear

Dejo para otra entrada explicar mis propuestas.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Resuelto el misterio de la Joven Dryas



Corrientemente creemos que la época cálida en que nos encontramos, el Holoceno, empezó hace 11.600 años, cuando se terminaron de derretir los grandes mantos de hielo que cubrieron Europa y Norteamérica durante los 100.000 años que duró la última era glacial.
Pero los hielos empezaron a derretirse mucho antes, de hecho, las temperaturas comenzaron a subir poco a poco ya hace 20.000 años. Como consecuencia, hace 13.000 años los hielos estaban ya en franco retroceso, es decir, estábamos a punto de entrar en la era cálida, el interglaciar que hemos llamado Holoceno y en el que aún nos encontramos.
Sucedió entonces un fenómeno extraño: hace 12.900 años la Tierra sufrió un brusco retroceso del calentamiento, una vuelta rápida al frío intenso, otra vez avanzaron los glaciares y, durante un periodo de 1.300 años más, volvimos a tener temperaturas propias de la época glacial.
A este último evento de enfriamiento le llamamos el Dryas Reciente o La Joven Dryas, porque las llanuras bajas de Europa se volvieron a cubrir de una flor de clima frío, la Dryas octopetala, que hoy día solo crece en las cumbres de los Alpes y que, antes del evento, ya había sido sustituida por otras de climas más cálidos en las zonas bajas.
¿Qué ocasionó este último espasmo glaciar?. Se apuntaron muchas hipótesis, entre ellas la que le gusta a los calentólogos, es el desagüe del lago Agassiz, un antiguo y enorme lago glaciar situado en Norteamérica, que piensan pudo vaciarse abruptamente en el Atlántico Norte, debido a la rotura de una presa glacial, cortando la corriente del Golfo y produciendo el enfriamiento global.

Pero no se han encontrado los restos de tal desagüe catastrófico y sí, en cambio, los restos de un choque extraterrestre: Similarmente a lo que ocurrió hace 65 millones de años cuando se extinguieron los dinosaurios, se encontró, en los sedimentos geológicos correspondientes al inicio de este periodo frío, una capa con elementos y partículas extrañas, destacando entre ellas los nanodiamantes, unos diamantes de tamaño microscópico de un tipo especial que solo se forman con un fortísimo impacto, lo que hizo pensar en la caída de un asteroide o cometa.

El objeto que impactó debió ser lo suficientemente grande como para producir una pequeña glaciación, de más de mil años, que se llevó por delante los últimos mamuts, los tigres de dientes de sable y otras especies de megafauna que habían resistido muy bien los grandes fríos del máximo de la era glacial, pero que se extinguen inexplicablemente en ese crucial momento.


Se tenían ya muchas pruebas a favor de esa hipótesis, pero faltaba la prueba definitiva: encontrar el cráter del impacto. Y eso es lo que parece ya han encontrado los científicos del Instituto Geológico de Estados Unidos en el centro de México, concretamente en el Lago Cuitzeo (ver aquí). En este lago, hay huellas de lo que sería un enorme cráter de impacto producido exactamente hace 12.900 años, justo cuando comenzó el Dryas Reciente, y que cuenta con los nanodiamantes y otras partículas de origen extraterrestre de la misma edad que se habían encontrado ya en otros muchos lugares.

Las implicaciones que tiene esto son que el periodo interglaciar en el que nos encontramos, si son ciertas las teorías actuales de los ciclos orbitales de Milankovitch, astronómicamente tiene, en realidad, unos 12.900 años y no los 11.600 que han pasado si nos atenemos solo al aumento final de temperatura. Así, si tenemos en cuenta que los interglaciares duran una media de 10.000 años, eso nos coloca mucho más cerca del inicio de la próxima gran glaciación de lo que creíamos hasta ahora.

sábado, 25 de febrero de 2012

Un gigante con pies de barro



Es curioso cómo, tanto los autodenominados progresistas como los más acérrimos defensores del capitalismo se apuntan al carro del cambio climático antropogénico juntos, sin ver en ello contradicción alguna.

En efecto, remando en el mismo barco encontramos:

A estribor (derecha mirando desde la popa), el bando capitalista:
- Grandes multinacionales energéticas, propietarias de gigantescos parques eólicos y termosolares.
- Empresas propietarias de centrales nucleares (a menudo las mismas que las anteriores)
- Pequeños accionistas locales que, a base de influencias (y se rumorea que algunos mediante sobornos de hasta 30 millones de euros), han obtenido concesiones para construir huertos solares fotovoltaicos que les dejan pingües beneficios.
- Corporaciones financieras de enorme poder, propietarias de empresas de intermediación y compraventa de derechos de emisión de CO2, que aumentan sus ganancias literalmente vendiendo humo.

A babor (izquierda), el bando progre:
- Ecologistas iluminados, que se creen portadores de verdades absolutas con las que van a salvar el mundo del apocalipsis climático, y que son la carne de cañón, los activistas que hacen el trabajo sucio para los siguientes.
- Ecolojetas metidos a directivos de ONGs y partidos políticos verdes, que saben perfectamente que no pasa nada con el clima, pero que cobran cuantiosos emolumentos de las multinacionales que los subvencionan y de los ingenuos particulares que se afilian a ellos y pagan cuota, creyendo que así expían sus pecados contra el planeta por comer carne de vaca, ir en coche o tirarse pedos.
- Académicos de renombre que, unos luciendo estética de Indiana Jones y otros con traje y corbata, se apuntan a presentar carísimos proyectos de investigación, en la confianza de que se los van a financiar las multinacionales o los propios estados, proyectos con los que promocionan sus carreras y engordan sus carteras.

Hasta ahora este barco ha sorteado con éxito los pequeños escollos representados por los pocos científicos escépticos que osan oponerse a la pantagruélica máquina político-mediática que apoya el mito del calentamiento global.

Pero no las deben tener todas consigo, porque la realidad es muy tozuda y, en la era de Internet y las comunicaciones electrónicas, hasta un pequeño David, como el Heartland Institute, con un raquítico presupuesto de 8 millones de dólares, puede desestabilizar el tremendo ídolo dorado, soportado por estados e instituciones, con presupuestos cientos o incluso miles de veces mayores ya que, como en la fábula,
El gigante tiene los pies de barro.
Así que se dedican a intentar desacreditar a estas instituciones acusándolas de los mismos pecados que cometen ellos (cree el ladrón que todos son de su condición), y si no encuentran nada raro, directamente se lo inventan como en el caso del ultraecologista Peter Gleick del Pacific Institute, en Oakland, California
El caso se puede seguir en Plazamoyua (ver aquí)
Por si acaso la plebe abre los ojos, ya están dando a la creencia en el cambio climático antropogénico, el estatus de religión, con confesionarios y todo, no sea que se les acabe la mamandurria y el vivir del momio
Por cierto, yo no cobro un duro por este blog
(ver aquí)

lunes, 20 de febrero de 2012

Ola de frío siberiano en Europa


¿Es la ola de frío que ha asolado Europa estos últimos días un fenómeno habitual?

Veamos algunos datos:
En Bélgica, es la ola de frío más larga en 70 años
En Podgorica (Montenegro) es la nevada más grande en 50 años
En la ciudad de Palma de Mallorca (Islas Baleares, España), es la mayor nevada desde 1956 (52 años, ver aquí)
Según la agencia de información de clima y energía Point Carbon, del grupo Thomson Reuters, la situación que afronta Europa no se había visto desde hace 26 años
Nevadas excepcionales en los países de los Balcanes y los Cárpatos: en las zonas montañosas hay acumulaciones de hasta 5 metros. Las temperaturas están entre -10 y -20ºC (ver aquí)
El Danubio congelado: El tráfico fluvial en el Danubio, congelado en la mayor parte de su curso en Austria, Croacia, Serbia, Hungría, Rumania y Bulgaria.
El Coliseo de Roma cerrado por la nieve: En la capital italiana, miles de turistas se han sentido decepcionados al descubrir que el Coliseo, una de las atracciones más populares de la ciudad, está cerrada a los visitantes. Algunos de los turistas no entendían por qué el Coliseo estaba cerrado, para las personas de los países del norte, la nieve no es un problema, pero las autoridades advierten que: “es muy inusual para nosotros y causó el desprendimiento de polvo, cemento y ladrillos. Pequeñas cantidades, pero si se caen desde una cierta altura, puede ser peligroso (ver aquí)
En el Mar de Azov, barcos atrapados por el hielo (ver aquí): Más de 100 barcos atrapados en el Mar de Azov con temperaturas de -25ºC
En Turquía, más de 2.000 carreteras bloqueadas por la nieve (ver aquí)
Georgia congelada: Hacía 50 años que los habitantes de la capital georgiana no veían congelados el embalse de Tiflis y el Kurá, el río que cruza la ciudad.

Desde luego, una ola de frío que causa más de 600 muertos (ver aquí) no es un fenómeno habitual, pero no es tampoco un fenómeno que pueda ser calificado de único.
De hecho, es de lo más normal que cada cierto tiempo, digamos 25-30 años, se produzcan estas entradas de aire siberiano: la anterior, de parecidas dimensiones, se produjo en 1985 y otra más importante aún se produjo en 1956.
Por supuesto,lo que la debería haber hecho excepcional (si nos creyéramos a los científicos oficiales, calentólogos todos ellos) es el calentamiento global, que se supone iba a volver menos frecuentes las nevadas y las olas de frío, al mismo tiempo que volvía más frecuentes las olas de calor.
Pero el calentamiento global, que sin duda se produjo a finales del siglo XX, terminó en 1998 y, aunque las temperaturas son aún algo más altas que la media de los últimos 100 años, la tendencia es a que vuelva el tiempo que tuvimos en los años ’70 y ’80 del pasado siglo y, si hacemos caso a los científicos que estudian el sol, el enfriamiento será más profundo aun que el ocurrido en la década de los ’70, ¿quizás una nueva mini edad de hielo?

sábado, 4 de febrero de 2012

Abdussamatov: el gran frío comienza en 2014



El director del Observatorio Astronómico de Pulkovo (San Petersburgo, Rusia) y responsable de la parte rusa de la Estación Espacial Internacional, Dr. Habibullo I. Abdussamatov, ha publicado un nuevo artículo (pinchar aquí) en la revista científica Applied Physics Research. En él predice la entrada del planeta en una nueva pequeña edad de hielo a partir de 2055, situando el inicio del enfriamiento en 2014.

Veamos en qué se basa:

En primer lugar, él afirma que la irradiación solar total (TSI en sus siglas inglesas) es, en último extremo, la causa que conduce el clima global de la Tierra.
En segundo lugar, sostiene que la variación de la TSI tiene dos componentes: uno la variación en el ciclo solar de once años y otro el componente bicentenario: cada doscientos años aproximadamente, la TSI desciende hasta niveles muy bajos en los mínimos del ciclo solar.
En tercer lugar, dado que la variación de la TSI es relativamente pequeña y no puede explicar por sí sola los cambios de temperatura que se sucedieron en el pasado, se apoya en dos conocidos mecanismos de amplificación secundarios: el albedo (la radiación que refleja la Tierra) y el efecto invernadero.

El mecanismo de actuación sería el siguiente:

Cuando la TSI sube, la Tierra absorbe energía y la almacena, fundamentalmente en la capa superficial (200-500 m) de los océanos, ya que no puede liberarse de esa energía a la misma velocidad que entra, debido a la inercia termal del planeta. Esta energía extra hace funcionar los mecanismos secundarios (baja el albedo, por la menor cantidad de nubes y hielo y, al mismo tiempo, suben los gases de efecto invernadero por el aumento de la temperatura de los océanos, lo que produce liberación de vapor de agua -el principal gas invernadero, no lo olvidemos- y CO2). Esto termina elevando la temperatura global del planeta con un tiempo de retraso de unos 14 ± 6 años.
Cuando la TSI baja, lo contrario sucede, con el mismo tiempo de retraso.

Según esto, la subida de temperaturas acaecida en el siglo XX se debió a una subida de la TSI que finalizó en 1990, pero cuyos efectos se prolongaron hasta 2005, aproximadamente.
Desde 1990 hasta el presente, los dos componentes de la TSI, el del ciclo de 11 años y el bicentenario, están bajando de manera suave.
Si se puede predecir la variación de la TSI, se puede predecir también la dirección y amplitud de los próximos cambios de clima globales.

El científico lanza entonces su predicción:

La TSI seguirá bajando, pero de una manera mucho más acusada que hasta ahora, lo que nos llevará, en 2042 ±11 años, a un nuevo mínimo de actividad solar, de una profundidad y amplitud comparable al famoso mínimo de Maunder que, entre 1645 y 1715 ocasionó el periodo más frío de la pequeña edad de hielo de la edad moderna (ver la imagen al principio). La nueva pequeña edad de hielo sería la 19ª acaecida en los últimos 7.500 años y comenzaría en 2055±11 años (dado el retraso debido a la inercia térmica del planeta).
A partir de 2014, coincidiendo con el declive del ciclo 24 en el que estamos, entraríamos en un periodo de transición, que terminaría en 2055, en el que la temperatura global iría bajando progresivamente. Este periodo de transición será inestable, con la temperatura global fluctuando mucho.

¿Es acertada esta predicción? No lo sé, pero, desde luego, es mucho más creíble que las interesadas proyecciones del IPCC basadas en modelos de ordenador que se han demostrado falsos.

miércoles, 25 de enero de 2012

Las abejas y el cambio climático

Miel, cera, polen, flores… abejas. Imágenes que evocan naturaleza, primavera, feraces prados y cantarinos arroyos, imágenes que nos despiertan ideales bucólicos y pastoriles de una arcadia feliz.
Nada más fácil para sembrar alarma que avisar de un inminente desastre en este paisaje idílico: ¡las abejas se mueren por el cambio climático! ¿quién polinizará las bellas flores, qué pasará con la dulce miel?
Pues no, tampoco esta vez era culpa del cambio climático. Resulta que las abejas, como todo bicho viviente, tienen sus parásitos y depredadores, entre ellos la varroa, un ácaro parásito que ha causado multitud de problemas debido a la mala costumbre que tiene de chuparles la hemolinfa a estos insectos cuando están más indefensos, en fase de pupa, un estadio silente de su metamorfosis, a mitad de camino entre la larva y la abeja adulta (imagen de abajo).

Pero tienen más enemigos hasta ahora desconocidos: se ha descubierto en América una mosca parásita que está haciendo estragos en las colmenas. La mosca en cuestión pone huevos en el interior del cuerpo de abejas adultas (imagen de abajo)

Sus larvas se van comiendo a la abeja por dentro hasta que la matan y salen del cadáver (imagen siguiente) para pupar y convertirse en moscas adultas, que se aparearán y buscarán otras abejas para poner sus huevos, cerrando así el ciclo.


Las abejas siguen la estela del oso polar, las medusas, los anfibios, los lagartos y tantas otras especies que han sido usadas para meternos miedo con el cambio climático, especies que, se nos ha dicho, estaban disminuyendo (las “buenas”) o aumentando (las “malas”) como consecuencia del calentamiento global. En todos y cada uno de los casos, sin embargo, se demostraba posteriormente que la variación en su número no era debida al cambio climático sino a la caza abusiva, sobrepesca, enfermedades, parásitos, captura como mascotas etc.
Raramente este descubrimiento posterior de que sus verdaderas causas no tienen nada que ver con el cambio climático, sale en la prensa generalista, la misma prensa que sí se apresuró a destacar en primera plana la alarma zoológica de turno cuando era el calentamiento global lo que se esgrimía como causa.
(moscas parásitas en WUWT aquí):)
Imágenes de varroa:
http://3.bp.blogspot.com/-27Ht-CBPUXM/TaDN6JnogVI/AAAAAAAAAF8/MWqoA6W_RkE/s1600/F8-varroa-on-pupa.jpg

martes, 17 de enero de 2012

Gradualismo y saltacionismo en el clima



A principios del siglo XIX, un debate polarizaba el mundo científico de la época: en un bando se situaban los catastrofistas, con el francés Georges Cuvier (imagen derecha)a la cabeza, y en el otro los gradualistas, con el geólogo escocés Sir Charles Lyell (izquierda) como abanderado.
Cuvier, llamado el padre de la paleontología por sus estudios con fósiles, describía una historia geológica en la que existían largos períodos de estabilidad, en donde las especies permanecían invariables, seguidos de gigantescos eventos catastróficos que exterminaban las especies antiguas. Tras la extinción masiva, Dios creaba una nueva colección de especies que permanecían invariables hasta la siguiente gran catástrofe.
Lyell y los gradualistas, en cambio, no creían en grandes catástrofes, para ellos la historia del mundo es progresiva, gradual, sin más ni mayores catástrofes de las que podemos observar en la actualidad. El gradualismo cree que no hay necesidad de acontecimientos extraordinarios para explicar lo que se ve en los estratos de roca.
La balanza se decantó del lado de los gradualistas a mitad del siglo XIX, fundamentalmente gracias a la enorme influencia de las ideas de Charles Darwin, gradualista convencido.
Darwin explicaba su teoría evolucionista a partir de pequeños cambios, pequeñas diferencias mantenidas en el tiempo. Hasta las extinciones son graduales. Para Darwin, no existen extinciones masivas ni nada que se le parezca.

Tuvieron que pasar más de 100 años para que se atacase de manera efectiva el paradigma gradualista: en la década de los ’70 del siglo pasado, Niles Eldredge (en la imagen) y Stephen J. Gould elaboran su teoría de los equilibrios puntuados o teoría “saltacionista”. Estos paleontólogos, con muchísimos más datos de fósiles y geológicos de los que tuvo jamás Darwin, confeccionan una nueva teoría, similar en muchos aspectos a la catastrofista de Cuvier, pero que no rechaza de plano las ideas darwinistas: para ellos las especies evolucionan por selección natural, tal y como creía Darwin, pero esta evolución no es un proceso gradual y continuo, sino brusco y discontinuo, es decir, “a saltos”, un proceso en el que se alternan largos períodos de estasis, con poco o ningún cambio en las especies, con cortos períodos de crisis que ocasionan grandes extinciones, seguidos de rápida evolución y diversificación de las especies supervivientes, lo que genera nuevas especies adaptadas a los ambientes que han dejado libres las especies extintas, y vuelta a empezar.
Los descubrimientos, en la década de los ’80 de extinciones masivas al final de la era de los dinosaurios por los americanos Luís y Walter Álvarez (padre e hijo, cuya familia es de origen asturiano, en la imagen Walter), atribuidas al choque de un gran meteorito o asteroide, refuerzan las teorías de Eldredge y Gould. Hoy en día, la mayoría de los científicos creen en las extinciones masivas.
Pero, ¿son solo caídas de objetos celestes las que causan las extinciones o hay algo más?
Lo cierto es que, entre las grandes extinciones hay otras, no tan masivas ni tan globales, que podrían atribuirse a catástrofes de otro tipo, como supervolcanes, supernovas y grandes cambios climáticos de origen aún desconocido.
Si afinamos más, podemos ver que, incluso en los periodos de aparente estabilidad, se produce alguna extinción aislada, así como cambios en la distribución de muchas especies, algunos de ellos bruscos.
Por otro lado, si miramos al registro de temperaturas globales o a las temperaturas sacadas de los núcleos de hielo glaciar de la Antártida y Groenlandia, lo que vemos es un conjunto de picos y valles a veces muy profundos, en nada comparables a cambios graduales y sí a saltos. Estos cambios bruscos se pueden observar también en ciclos solares y registros oceánicos.
Es decir, que el viejo paradigma del gradualismo está en franco retroceso hoy en día.
Si se miran los registros a la luz del nuevo paradigma saltacionista se da uno cuenta de que la obsesión por las medias no tiene mucho sentido en el mundo real, ya que la media es un estadístico más, un valor que raramente tiene existencia salvo en breves instantes, y que solo sirve para hacernos una idea muy burda, muy “grosso modo”, de la realidad. Es mucho más útil y práctico ver la evolución de la temperatura a nivel regional e incluso local, pero si insistimos en querer conocer la temperatura global por aquello del miedo a la subida del nivel del mar, el deshielo de los glaciares o cualquier otra supuesta amenaza, deberíamos también intentar mirar las gráficas a la luz del nuevo paradigma: no tanto con rectas de regresión y tendencias lineales (la “brocha gorda” que nos proporciona poca información, y que además suele ser fácil de manipular por unos y por otros) como con escalones, saltos bruscos que nos llevan a períodos de relativa estabilidad, más cálidos o más fríos (ver aquí un ejemplo en la temperatura superficial oceánica por Bob Tisdale).


En realidad no es extraño que así suceda, dado que el clima tiene mucho de caótico y los sistemas caóticos suelen tener “atractores” (imagen: atractor de Lorenz), es decir, situaciones más o menos estables alrededor de los cuales gira u oscila el sistema durante un tiempo para cambiar bruscamente a otro nivel buscando otro atractor, alrededor del cual oscilará el sistema en un nuevo periodo de estabilidad antes del siguiente salto (ver aquí:).