domingo, 27 de febrero de 2011

La glaciación del Ordovícico y el CO2


El conocimiento que tiene la gente de La historia geológica de la Tierra es como el de la historia normal: se conoce lo que sale en los medios de comunicación, las películas, etc., es decir, según se haga más o menos difusión asociada siempre a propaganda comercial: hay periodos geológicos famosos que conoce todo el mundo, si se pregunta a la gente cuáles conoce, seguro que sale el Jurásico de los primeros, a corta distancia del Cretácico.
¿Por qué se conocen el Jurásico y el Cretácico?
Por los dinosaurios y toda la industria asociada a ellos, que gasta gran cantidad de dinero en propaganda intensiva para que compren sus productos (películas, libros, parques temáticos, museos etc).
Si seguimos preguntando, los más cultos puede que nombren el Carbonífero o el Cámbrico, pero muy poca gente nombrará el Ordovícico, la mayoría ni sabrá siquiera que existe. Poca propaganda hay de este periodo.
Y sin embargo fue un periodo muy importante. Durante el Ordovícico los animales aún no habían colonizado las tierras emergidas, pero el océano bullía de vida animal: en este periodo abundaban los trilobites, bivalvos, braquiópodos, briozoos, graptolites, ortoconos (calamares gigantes con concha cónica), escorpiones acuáticos gigantes y ostracodermos (los primeros peces con mandíbulas). Es en este periodo cuando las primeras plantas y hongos comienzan a colonizar los continentes. La temperatura era tropical y aparecen los primeros corales constructores de arrecifes. Se han encontrado también enormes yacimientos de petróleo en rocas de este periodo.
La vida, como hemos visto, se recuperó y se diversificó extraordinariamente después de las extinciones que ocurrieron al final del periodo anterior, el Cámbrico, hace 488 millones de años. Pero los ciclos geológicos son inmisericordes y, hacia el final del Ordovícico, comienza una fase de enfriamiento que desemboca en una gran glaciación hace unos 444 millones de años.
La magnitud de la glaciación ha permanecido desconocida hasta hace poco. Se sabía que afectó fundamentalmente al gran supercontinente de Gondwana, que comprendía, entre otras tierras, gran parte de lo que ahora son África, Sudamérica, la India, Australia y la Antártida, y que en aquella época estaba situado en el polo sur, pero que se extendía hasta el ecuador, aunque hasta ahora se creía que los hielos se restringían a las zonas más cercanas al polo (imagen de abajo, la parte blanca cercana al polo sur).

Recientes investigaciones, sin embargo, han ampliado el área afectada hacia zonas en que se desconocía su existencia: investigadores españoles del CSIC han encontrado evidencias de que la glaciación llegó hasta la Península Ibérica, que estaba entonces situada cerca de ese continente, junto a Libia y Egipto, mucho más al sur que en la actualidad. En concreto, han encontrado sedimentos en el puerto de Pajares, entre Asturias y León, que no se pudieron formar sino debajo de espesas capas de hielo. Otro artículo reciente de científicos de Caltech, en California, empleando nuevas técnicas de medición de isótopos de oxígeno en fósiles de ese periodo, han constatado que el volumen de los hielos era mayor de lo que se suponía, llegando en el máximo a ser de 150 millones de kilómetros cúbicos, lo que representa un volumen al menos igual y, posiblemente, mayor del que había durante el último máximo glaciar de hace 20.000 años, cuando la mayoría del hemisferio norte y la Antártida estaban cubiertos de enormes capas de hielo de varios kilómetros de espesor.
La glaciación duró entre 0,5 y 1,5 millones de años, provocando la segunda extinción masiva más importante de todos los tiempos: se extinguieron hasta el 75% de todas las especies marinas. Fue mayor incluso que la que acabó con los dinosaurios y sólo superada por la gran extinción de finales del Pérmico.
¿Qué provocó esta gran glaciación? ¿Pudo el CO2 ser el causante?
El CO2 pasó de 7.000 ppm al principio del periodo, a 4.000 ppm en plena glaciación. Hay que recordar que actualmente tenemos 390 ppm. Es decir, durante la glaciación, la concentración de CO2 era 10 veces superior a la actual. Esta enorme concentración de CO2 no sirvió para detener la glaciación.

¿Se comprende ahora la poca propaganda y por qué no es muy popular entre los calentólogos este periodo?

Aún no sabemos qué causó esta gran glaciación, aunque se especula con causas cósmicas. Lo que sí sabemos es que el efecto invernadero del CO2 no sirve para detener una glaciación, al igual que tampoco sirvió de nada para detener las glaciaciones recientes, que empezaron antes de que el CO2 comenzase a disminuir, lo que de paso nos indica que la disminución de CO2 no es la causa, sino el efecto de la disminución de la temperatura, y que por mucho CO2 que tiremos a la atmósfera los humanos, no podremos detener la próxima gran glaciación que se nos viene encima muy pronto (en términos geológicos, claro)

Referencias:
Glaciación del Ordovícico en la P. Ibérica:
http://www.lne.es/sociedad-cultura/2010/03/19/discrepancias-cientificas-glaciacion-ordovicica-asturiana/888739.html
Extinción del Ordovícico debida a un cambio climático:
http://neofronteras.com/?p=3389

miércoles, 23 de febrero de 2011

¿Cuánto resistirá el paradigma del CO2?

La teoría de que el efecto invernadero del CO2 es el que gobierna el clima fue establecida hace ya más de un siglo por el gran químico Arrhenius. La hipótesis de arrhenius no pasó de ser una oscura teoría científica más hasta que fue rescatada del olvido por los trabajos de Callendar (1958) y Keeling (1986) que creían en la hipótesis de un aumento de CO2 atmosférico propiciado por la quema de combustibles fósiles. La teoría fue entusiásticamente abrazada por el movimiento ecologista radical como si fuese una verdad revelada por el Altísimo (o sea, Gaia, el Planeta, la Naturaleza o “la Pachamama”). Los activistas vieron en ella un arma poderosa para imponer sus ideas apocalípticas sobre los infinitos males de la revolución industrial. Lo demás es ya conocido por los lectores del blog: creación del IPCC de la ONU y satanización política y mediática del CO2. Hoy en día la teoría es el paradigma dominante en climatología, al menos oficialmente.
Las cosas cambian, sin embargo, y hace ya tiempo que se está acumulando una creciente evidencia que demuestra, cada vez más claramente, que el aumento o disminución del CO2 no es más que un fenómeno secundario, una consecuencia de la mucho más poderosa acción de otros factores totalmente naturales como el sol y los ciclos oceánicos, factores, estos sí, capaces de gobernar por sí mismos los cambios climáticos.
Entonces, ¿por qué se mantiene la creencia en el CO2 como motor del clima?
Según el historiador de la ciencia I. B. Cohen (1988):
los sistemas científicos nuevos y revolucionarios suelen encontrar oposición: casi nadie los recibe con los brazos abiertos porque los científicos que ya han triunfado tienen un interés intelectual, social e incluso económico en mantener el statu quo
Siglo y medio tardó el heliocentrismo en imponerse desde que se dio a conocer oficialmente la teoría de Copérnico (imagen)en 1543 y no fue Copérnico en el siglo XVI sino científicos del siglo XVII como Kepler, Galileo, Giordano Bruno o el mismo Newton, los que, jugándose literalmente la vida, (a Giordano Bruno lo quemaron en la hoguera por ello) terminaron por convencer al mundo de que abandonaran de una vez las antiguas teorías gerocéntricas.
Las teorías de Friis Kristensen y Lassen sobre el largo del ciclo solar, de Svensmark sobre la influencia de los rayos cósmicos, de Roy Spencer sobre la influencia de los ciclos oceánicos o de Richard Lindzen sobre el “efecto iris” de las nubes en los trópicos por nombrar solo algunos, no han roto aún, al menos oficialmente y a nivel de la opinión pública, el paradigma del CO2. Y no lo han hecho porque el tema no es solo científico sino también ideológico. Demasiada gente prestigiosa está comprometida con el antiguo paradigma. Esto puede causar el llamado en historia de la ciencia, problema de Planck (en honor al físico Max Planck que lo formuló) que, según M. Shermer (2010) dice así:
las invenciones científicas importantes rara vez se abren paso gradualmente, ganando a los adversarios para su causa y convirtiéndolos a la nueva idea. Ocurre más bien que esos adversarios van muriendo gradualmente y que las nuevas generaciones se familiarizan con la idea desde un principio
Es seguro que un gran número de científicos que han estudiado el asunto saben ya que el antiguo paradigma del CO2 está muerto, pero se resisten a enterrarlo y abrazar las nuevas ideas porque hay intereses económicos en juego: ellos mismos no recibirían las subvenciones que reciben si se pasasen al “enemigo”: se calcula que los científicos que apoyan el paradigma del calentamiento global antropogénico obtienen 10 veces más dinero para sus proyectos que los que no lo apoyan. Además, no solo reciben más dinero, sino también más facilidades para publicar sus trabajos en revistas prestigiosas lo que, a su vez impulsa más sus carreras.
Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Tendremos que esperar otros 100 años para que caiga el paradigma del CO2?
Quizás.

O quizás no: La revolución copernicana tardó más de un siglo en imponerse, pero la revolución darviniana (Darwin, imagen derecha), semejante en importancia, no llegó a un siglo y la revolución einsteniana(Einstein, imagen derecha) tardó menos aún.


Quizás las nuevas tecnologías marquen las diferencias con estas revoluciones antiguas y las nuevas ideas se abran paso más rápidamente esta vez. ¿Quién sabe?
Yo, desde luego, voy a hacer todo lo posible para que así sea.

Referencias:
Callendar, G.S., 1958. “On the amount of carbon dioxide in the atmosphere.” Tellus, Vol. 10, pp. 243-248.
Cohen, I. B. (1988) Revolución en la ciencia, ed Gedisa, Barcelona.
Keeling, C.D., 1986. “Reassessment of late 19th century atmospheric carbon dioxide variations.” Tellus, Vol. 38B, pp. 87-105.
Shermer, M. (2010). Las fronteras de la ciencia. Ed. Alba. Barcelona.

sábado, 19 de febrero de 2011

la boina ataca de nuevo

El planeta se está enfriando. La Niña no da tregua y sigue aplastando las previsiones de los alarmistas del calentamiento global. Mala noticia para los activistas. “Pero no hay de qué preocuparse- se dicen-: si no hay calentamiento, buscamos rápidamente otro peligro para volver a meterle a la gente el miedo en el cuerpo”.
Por ejemplo, la contaminación.
La “boina” parda de nuestras ciudades, a falta de otras noticias, ataca de nuevo. Como siempre que hay anticiclón, el aire no se mueve lo suficiente y se acumulan los contaminantes. Pero les ha durado poco, apenas dos semanas. El viento, una vez más, se ha llevado “la boina” y el sombrero.
Una vez pasado el episodio de contaminación atmosférica, se puede analizar con más calma la evolución a largo plazo de la contaminación. Voy al Ministerio español de Medio Ambiente y me encuentro con esto:


Son las estadísticas más recientes que tienen. Como se puede apreciar, excepto un ligero incremento en el amoniaco, los principales contaminantes atmosféricos han descendido en el periodo 1990-2008, en especial el temido dióxido de azufre, relacionado con la no menos temida lluvia ácida. Incluso el amoniaco (línea verde) ha descendido contando desde 2003.
En realidad, la contaminación del aire no es un fenómeno nuevo, Ni tampoco empieza con la revolución industrial. Se han encontrado señales de daños por contaminación en las fosas nasales de momias encontradas en regiones frías debido a que encendían hogueras para calentarse en sus viviendas. El valle de Los Ángeles, en California, era conocido por los indígenas como “el valle del humo”, porque, debido a sus especiales características topográficas, se acumulaba de siempre allí el humo de las hogueras que hacían sus primitivos habitantes. En las aldeas africanas actuales, existe también un problema de contaminación del aire dentro de las chozas por acumulación del humo que producen las hogueras para cocinar...
Ciertamente, el uso del carbón sin depurar aumentó mucho la contaminación de nuestras ciudades a principios de siglo XX (el famoso smog londinense). Pero eso ya pasó a la historia.
Ahora tenemos un aire mucho mejor y más puro, no sólo dentro de nuestras viviendas sino, como demuestran las estadísticas, incluso en nuestras ciudades del mundo occidental. Otra cosa es lo que pasa en China y otros países emergentes, que están recorriendo ahora el camino que nosotros recorrimos hace ya medio siglo.
Deberíamos alegrarnos de que la contaminación esté bajando.

Estadísticas ministerio medio ambiente para 2009 (las últimas que hay)
http://www.mapa.es/ministerio/pags/memoria2009/pdf/5-CAP-II-Atmósfera.pdf

viernes, 11 de febrero de 2011

¿Estamos entrando en una nueva glaciación?

Es una pregunta muy difícil de contestar, habida cuenta de que las glaciaciones son periodos muy grandes de tiempo, con una media de 100.000 años de duración, (y 10.000 años los periodos cálidos llamados interglaciares) y de que tienen una muy gran variabilidad interna de temperatura.
Podríamos intentar una aproximación a la respuesta observando datos proxys (datos conseguidos con métodos distintos de la medición directa de temperatura con termómetros) como los que se pueden conseguir en muestras de hielo glaciar, que puedan darnos una idea de la tendencia general de largo plazo. Con núcleos de hielo extraídos de Groenlandia, la NOAA americana elaboró el siguiente gráfico:


En este gráfico se representa la temperatura en el último periodo interglaciar, el Holoceno, en el que todavía nos encontramos. A la izquierda se ve el gran ascenso de la temperatura después de la última glaciación, hacia el 8.600 antes de cristo, hace unos 11.600 años. La tendencia es claramente descendente desde el máximo del 6.000 antes de Cristo (hace ya 8.000 años) hasta la actualidad. En el extremo derecho se aprecia el pequeño ascenso moderno, representado por la línea roja, que es la temperatura durante el siglo XX tomada por métodos instrumentales. Este pequeño ascenso queda ridículamente diminuto al lado de otros acaecidos en el pasado, lo que de paso nos pone en perspectiva el, para algunos, terrorífico calentamiento global de los últimos años. Otras mediciones en la Antártida muestran tendencias similares.
Pero si hay dudas acerca de la fiabilidad de estas mediciones con núcleos de hielo, se puede recurrir a otros métodos proxy de medición de temperatura:
Ha salido recientemente un estudio realizado con quironómidos (un tipo de mosquitos) depositados en sedimentos de lagos de Alaska (Clegg et al. 2010) que puede darnos una idea al respecto. Las diferentes especies de quironómidos son más o menos sensibles a los cambios de temperatura, así que la abundancia de unas u otras indicaría variaciones climáticas.
Los autores de este estudio afirman que han detectado un punto de inflexión de las temperaturas hace 4.000 años: a partir de ese punto, la tendencia general es descendente, con periodos de frío del orden de siglos (como el enfriamiento de la edad de bronce, el de la edad oscura y el más reciente de la pequeña edad de hielo, volviéndose cada vez más intensos y duraderos.
La gráfica que aparece es la siguiente:


En la gráfica se ve a simple vista que la tendencia, al igual que aparece en las que usan núcleos de hielo, es claramente descendente, a pesar de la modesta subida de temperatura al final, atribuible a la recuperación después de la pequeña edad de hielo.
A todo ello podemos añadir que los últimos periodos interglaciares tienen una duración media de 10.000 años y ya llevamos unos 11.600 años desde el inicio del interglaciar actual.

En resumen: seguimos sin saber en qué momento exacto aparecerá una bajada significativa de la temperatura que inicie una nueva glaciación, pero sí podemos afirmar: se confirma que la tendencia de largo plazo de la temperatura global es descendente
La glaciación, en términos geológicos, está al caer.

Referencias:
Estudio de sedimentos de lagos en Alaska:Benjamin F. Clegg, Gina H. Clarke, Melissa L. Chipman, Michael Chou, Ian R. Walker, Willy Tinner, Feng Sheng Hu 2010: Quaternary Science Reviews
Referencia del gráfico: blog C3
http://www.c3headlines.com/2011/01/new-research-from-alaska-determines-that-modern-global-warming-is-well-below-past-warming-periods.html

jueves, 3 de febrero de 2011

El “tipping point” del Ártico es falso

Los alarmistas tipo Al Gore han estado años atemorizando al personal con un “punto de no retorno” en el hielo marino del Ártico. Según su hipótesis, si se llega a perder este hielo totalmente durante un verano, se sobrepasaría el umbral, el tipping point más allá del cual, el Ártico entraría en una espiral de calentamiento desbocado y, por supuesto, con él el planeta entero.
Esto sucedería porque el océano libre de hielo es más oscuro que el hielo, con lo que absorbería mucha energía solar durante ese verano, energía que, en condiciones normales, refleja el hielo marino que no se derrite.

Bueno, pues no. Esto también es falso.

Investigadores del Instituto Max Planck de Meteorología de Hamburgo (Alemania) han publicado un estudio con peer review en la revista científica Geophysical Research Letters (Tietsche et al., 2011) donde simulan esa pérdida.
Estos climatólogos sostienen que el exceso de calor que pudiera acumular el océano durante un verano libre de hielo, debido a la poca reflectividad del agua marina, es devuelto a la atmósfera rápidamente durante el siguiente otoño–invierno y abandona el Ártico.
La pérdida de calor se realizaría por dos vías: por una parte a través de reducida advección de calor atmosférico desde bajas latitudes y por otra a través de incrementar la emisión de onda larga (infrarrojos) en la alta atmósfera. El resultado es que los hielos pueden recuperarse más fácilmente de lo que se pensaba (es decir, más fácilmente de lo que pensaban los calentólogos). Ellos afirman:
“...nuestros resultados sugieren que una pérdida de hielo anómala del hielo marino del Ártico durante un verano es reversible
La recuperación se puede producir en sólo dos años, con lo que el fantasma del calentamiento desbocado, como todos los fantasmas, se desvanece cuando verdaderos científicos abren la ventana del conocimiento y entra la luz.



Paper de Tietsche et al:

http://www.agu.org/pubs/crossref/2011/2010GL045698.shtml