sábado, 30 de julio de 2011

Cimientos a remojo, ¿peligro inminente?

La subida del nivel del mar ha sido utilizada como una de las principales amenazas con que nos “alegran” la vida los alarmistas de siempre. En los años 1980 comenzaron diciendo que la subida iba a ser de varios metros en un siglo, hasta 6 m si creemos en Al Gore y su asesor científico James Hansen.
La mentira era de tal calibre que, poco a poco tuvieron que ir moderando sus apocalípticas predicciones, principalmente porque la tozuda realidad, al paso de los años, iba difiriendo cada vez más de sus apocalípticas profecías, y así, el IPCC de la ONU, donde se supone está la crème de la crème científica mundial (es falso, solo están los calentólogos y algún escéptico testimonial) pronosticaba, en 1990, un aumento máximo de hasta 3,6 m en un siglo; en 1995 ya la cifra menguó hasta 1,24 m; en 2001 la dejaron en 77 cm y, en el último informe de 2007, se quedó en 59 cm de subida máxima y 18 de mínima (según los diversos escenarios de emisiones de CO2 efectuados por la "malvada humanidad").
Como una subida tan pequeña no mete ya tanto miedo, hay que encontrar otro medio de seguir asustando a la gente con el nivel del mar y así, aparece la idea de los cimientos a remojo, invocada hace poco por nuestro eximio alarmista Antonio Ruíz de Elvira, (pinchar aquí) que nos intenta atemorizar con una enorme y terrorífica subida futura del mar de ¡10 cm!
El cuento es el siguiente: aunque el nivel del mar suba pocos centímetros, digamos diez, esta subida es suficiente para filtrarse por el subsuelo y socavar los cimientos de los edificios de todas las ciudades costeras del mund... perdón, del planeta. Así que ¡seguimos en peligro!, ¡ONU, sálvanos!
Ya lo dije antes, la realidad es muy tozuda y esta nueva amenaza es difícilmente vendible, sobre todo si uno se pasea por las ciudades costeras de países con turismo de sol y playa como España.
La imagen siguiente es de la playa del Acequión, en Torrevieja, ciudad turística de la Comunitat Valenciana, en el sureste de España.


Se aprecia que los edificios, la mayoría de 10 alturas, están a escasos metros de la orilla de la playa, en algunos casos menos de diez metros, y prácticamente con su base a muy pocos centímetros sobre el nivel del mar. Por tanto, sus cimientos están en su totalidad por debajo del nivel del mar, y siendo la costa arenosa y la roca del subsuelo de tipo arenisca porosa, al construirlos tuvieron que bombear el agua que se iba filtrando en el hueco.
Estos edificios tienen ya varias décadas, el más antiguo tiene más de 40 años, y no son una excepción, la mayoría de los edificios de primera línea de costa en las playas españolas están ya con sus cimientos a remojo.
Si tenemos en cuenta que el nivel del mar ha subido entre 20 y 30 cm durante el siglo XX, que la subida supuestamente se estaba acelerando a finales de siglo, y que ya llevamos más de 10 años del siglo XXI donde, se supone, el nivel del mar iba a crecer aún más deprisa, resulta que estos edificios ya han sufrido una subida de más de 10 cm del mar.
¿Les ha ocurrido algo por esa subida? ¿Han sufrido daños en sus cimientos?

No.

En realidad estos edificios no están en peligro por el cambio climático, están en peligro por la Ley de Costas española, que prohíbe edificar a menos de 100 m de la orilla del mar, aunque hay excepciones como las edificaciones realizadas anteriormente a la entrada en vigor de esta ley, excepciones que podrían ser revocadas en un futuro con ministros más radicales aún (todo es susceptible de empeorar).
Si desaparecen, no será por la fuerza de las olas, ya que están protegidos dentro de la rada del puerto, será, o bien por las leyes, o bien porque todas las cosas se hacen viejas, incluidos nosotros.
Tarde o temprano tendrán que derribarlos, pero no por el deterioro de sus cimientos, sino porque las viviendas que hay en ellos se irán deteriorando (y pasando de moda) con el paso de los años. Aquí cabe preguntarse: ¿cuántos edificios de viviendas de más de 100 años hay en pie actualmente en nuestras ciudades?

jueves, 28 de julio de 2011

En el sureste de la Península Ibérica tampoco sube el mar

En la anterior entrada vimos las costas del noroeste de la Península Ibérica. Por pura simetría, toca ahora revisar el sureste peninsular.
En las costas del sureste se produce el fenómeno contrario a las de Galicia, es decir, hay un levantamiento tectónico propiciado por la presión que ejerce la Placa Tectónica Africana al moverse hacia el norte y empujar la placa donde está situada la Península Ibérica, una subplaca de la más grande Placa Tectónica Europea. La velocidad a la que se desplazan estas placas es lentísima y solo se aprecian estos fenómenos a escalas temporales de miles de años.
La fotografía siguiente se tomó a principios del siglo XX, y corresponde al llamado muelle de las eras de la sal en la localidad alicantina de Torrevieja.


En este muelle, las barcazas que se aprecian en la foto, cargaban y descargaban mercancías, fundamentalmente sal de las Salinas de Torrevieja, y las llevaban a los barcos mercantes más grandes, como el que se ve al fondo, que no podían acercarse tanto a la costa al no haber sido construido aún el puerto actual.

Las Salinas son una antigua albufera abierta al mar Mediterráneo que, poco a poco, debido al levantamiento del terreno y a la sedimentación de los pequeños torrentes que desembocan en ella, se ha ido colmatando y aislando del mar, con el que solo se comunica actualmente por un pequeño canal, llamado acequión, abierto por la mano del hombre para, cada año, rellenar la laguna de agua salada, canal que se cierra después para que se evapore el agua y deje la sal en el fondo, ésta luego se extrae y se lleva a los barcos que la exportan a todo el mundo.
Hoy en día el proceso está mecanizado, y existe una cinta transportadora que lleva la sal directamente a los barcos que atracan en el puerto, pero a principios del siglo XX se hacía todo de forma manual. El muelle ha sido conservado y su caballete de madera restaurado recientemente como atracción turística, lo que se aprecia en la fotografía siguiente tomada por mí en julio de 2011


Como se ve, los sillares de piedra del muelle son los originales, y se ha reconstruido solo una baranda de piedra más clara en el borde, así como la superestructura de madera.
Desde luego, si ha habido un aumento del nivel del mar durante el siglo transcurrido desde que se tomó la primera imagen hasta la actualidad, éste no ha sido significativo en absoluto. Las barcas están donde estaban y podrían seguir cargando sal igual que hace cien años.
Igual que en la entrada anterior podemos concluir diciendo: si la subida del nivel del mar que supuestamente se produjo a lo largo de un siglo entero no ha causado daño alguno, ¿por qué iba a causarlo una subida de igual magnitud como la que el IPCC proyecta para finales del siglo actual?
Los alarmistas nos meten miedo con una subida del nivel del mar, pero la realidad es tozuda y nos demuestra que hay que desconfiar siempre de lo que dicen los agoreros apocalípticos y, sobre todo, no tener miedo si no es al propio miedo.

domingo, 24 de julio de 2011

La subida del nivel del mar no es tan amenazante, después de todo

Una de las amenazas más empleadas por aquellos que quieren hacernos creer que el cambio climático es cosa del hombre se refiere al aumento del nivel del mar.
La hipótesis que manejan los alarmistas, y que hemos comprado casi todos los ciudadanos de a pie, es que las cosas iban más o menos bien hasta que, durante el siglo XX y, especialmente, a partir de los años 50, las emisiones de CO2 de origen industrial comienzan a ser más importantes que los fenómenos naturales, como cambios en la actividad solar, ciclos oceánicos y demás. Como consecuencia, el calentamiento global comienza a derretir los glaciares y hielos polares y el nivel del mar comienza a subir. Estos científicos estiman que, durante el siglo XX, la subida media del nivel del mar fue de unos 20-30 cm, subida que sería desigual, mayor en las costas que tienen tendencia al hundimiento y menor en las que tienen tendencia al levantamiento.
Las costas del noroeste de la Península Ibérica tienen tendencia al hundimiento por causas naturales de tipo geológico, como lo atestigua el fenómeno de las rías, que aparecen como consecuencia de que el hundimiento de los valles de los ríos, cuando éstos llegan a la costa, es más rápido que la deposición de los sedimentos que transportan esos ríos en la desembocadura. Cuando se produce el fenómeno contrario, se produce un delta, pues los sedimentos se acumulan en la desembocadura.
Al hundirse el terreno, el mar penetra, en ocasiones varios kilómetros, por el valle del río formando un fiordo (en el caso de valles de origen glaciar) o una ría, ocasionando que el tramo final del valle del río se llene de agua salada.
En un viaje a Galicia, visitando el Museo de Bellas Artes de A Coruña, me encuentro con una pintura del puerto de esta bella ciudad gallega. Es obra del pintor Juan Martínez Abades y está fechada en 1897:

En ella se aprecia el Castillo de San Antón, situado en una isla a la entrada de la bahía. Actualmente, el castillo se encuentra unido a tierra por una pasarela. La imagen siguiente, de una postal turística, es de 1995:


Como vemos, el castillo está tan por encima de la superficie como estaba en 1897, 98 años atrás.
La imagen siguiente la tomé yo en julio de 2011:

Se aprecia peor, ya que los árboles del jardincito de delante han crecido desde 1995, pero aun así se ve claramente que no ha habido un aumento significativo del nivel del mar en los 114 años que han transcurrido desde que Juan Martínez Abades pintó el cuadro, ni siquiera en una costa de hundimiento como las gallegas.
La subida media del nivel del mar pronosticada por el IPCC de la ONU para 2100, es de entre 18 y 59 cm, es decir, de media aproximadamente igual a lo que, según ellos mismos, ha subido el mar desde finales del siglo XIX hasta el presente.
Si no ha habido ninguna consecuencia significativa con la subida producida durante el siglo XX, ni siquiera en costas de hundimiento, ¿por qué iba a haberla con la subida que se produzca durante el siglo XXI?