En la anterior entrada vimos las costas del noroeste de la Península Ibérica. Por pura simetría, toca ahora revisar el sureste peninsular.
En las costas del sureste se produce el fenómeno contrario a las de Galicia, es decir, hay un levantamiento tectónico propiciado por la presión que ejerce la Placa Tectónica Africana al moverse hacia el norte y empujar la placa donde está situada la Península Ibérica, una subplaca de la más grande Placa Tectónica Europea. La velocidad a la que se desplazan estas placas es lentísima y solo se aprecian estos fenómenos a escalas temporales de miles de años.
La fotografía siguiente se tomó a principios del siglo XX, y corresponde al llamado muelle de las eras de la sal en la localidad alicantina de Torrevieja.
En este muelle, las barcazas que se aprecian en la foto, cargaban y descargaban mercancías, fundamentalmente sal de las Salinas de Torrevieja, y las llevaban a los barcos mercantes más grandes, como el que se ve al fondo, que no podían acercarse tanto a la costa al no haber sido construido aún el puerto actual.
Las Salinas son una antigua albufera abierta al mar Mediterráneo que, poco a poco, debido al levantamiento del terreno y a la sedimentación de los pequeños torrentes que desembocan en ella, se ha ido colmatando y aislando del mar, con el que solo se comunica actualmente por un pequeño canal, llamado acequión, abierto por la mano del hombre para, cada año, rellenar la laguna de agua salada, canal que se cierra después para que se evapore el agua y deje la sal en el fondo, ésta luego se extrae y se lleva a los barcos que la exportan a todo el mundo.
Hoy en día el proceso está mecanizado, y existe una cinta transportadora que lleva la sal directamente a los barcos que atracan en el puerto, pero a principios del siglo XX se hacía todo de forma manual. El muelle ha sido conservado y su caballete de madera restaurado recientemente como atracción turística, lo que se aprecia en la fotografía siguiente tomada por mí en julio de 2011
Como se ve, los sillares de piedra del muelle son los originales, y se ha reconstruido solo una baranda de piedra más clara en el borde, así como la superestructura de madera.
Desde luego, si ha habido un aumento del nivel del mar durante el siglo transcurrido desde que se tomó la primera imagen hasta la actualidad, éste no ha sido significativo en absoluto. Las barcas están donde estaban y podrían seguir cargando sal igual que hace cien años.
Igual que en la entrada anterior podemos concluir diciendo: si la subida del nivel del mar que supuestamente se produjo a lo largo de un siglo entero no ha causado daño alguno, ¿por qué iba a causarlo una subida de igual magnitud como la que el IPCC proyecta para finales del siglo actual?
Los alarmistas nos meten miedo con una subida del nivel del mar, pero la realidad es tozuda y nos demuestra que hay que desconfiar siempre de lo que dicen los agoreros apocalípticos y, sobre todo, no tener miedo si no es al propio miedo.
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