James Hansen declaró en el Comité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que la vida en las regiones alpinas estaba “en peligro de ser expulsada del planeta” debido a la subida de las temperaturas.
Se ha postulado por algunos investigadores que las diferentes especies de seres vivos tienen un rango determinado de climas en los cuales pueden vivir, de tal manera que, si hay un cambio climático, automáticamente cambian los límites de la zona habitable por una determinada especie. Según estos investigadores, debido al calentamiento global, en el hemisferio norte los hábitats (la zona donde viven) de las especies templadas, por ejemplo, se expandirían hacia el norte pero disminuirían por su límite sur, por lo que la extensión total de su área de distribución vendría a ser parecida a la anterior, por tanto no deberían tener demasiados problemas. Sin embargo, las especies que no pueden expandir su límite hacia el norte porque ya son norteñas y llegan al océano ártico, verían reducida peligrosamente su área de distribución total al avanzar hacia el norte su límite sur. Algo parecido ocurriría con las especies que viven actualmente en las cumbres de las montañas, agravado por el hecho de que sus áreas de distribución son mucho menores, pues muchas de ellas son endémicas de una sola cordillera e incluso de una sola montaña y podrían extinguirse irremediablemente al no tener a dónde ir.
Esta, a primera vista lógica deducción, no tiene en cuenta, sin embargo, que las especies vivientes han pasado ya por períodos de calentamiento mayores y más duraderos que el actual y han sobrevivido. ¿Cómo lo han hecho?
En el mundo real, lo que se observa es que las especies, efectivamente aumentan su área de distribución hacia el norte o hacia arriba en las montañas cuando sube la temperatura, pero su límite sur (o inferior en las montañas) no varía. Por ejemplo, Parmesan y Yohe (2003) estudiaron el cambio en la distribución de 52 especies de mariposas del norte de Europa durante el siglo XX. Todas habían aumentado su área de distribución hacia el norte pero habían mantenido al mismo tiempo su límite sur en la misma posición que a principio de siglo. Lo mismo pasó con los pájaros de Inglaterra según Thomas & Lennon (1999), habiendo aumentado una media de 19 km hacia el norte y mantenido su limite sur. En los Alpes, según Pauli et al. (1996) la riqueza en especies de plantas había aumentado durante las últimas décadas en cotas bajas sin haber perdido apenas diversidad en las altas, a pesar de haber subido allí 2 ºC las temperaturas desde 1920: estos investigadores habían estudiado 30 cimas de las cuales 9 de ellas no habían variado su composición en especies, 11 ganaron una media de 59% más de especies y una tuvo un incremento de 143% en su flora. Entre las que perdieron especies, la pérdida fue de menos de una: 0,68 de una media de 15,57 especies. Ninguna de las especies desaparecidas era endémica, por lo que su desaparición de esa montaña no supuso su extinción total. Walter et al. (2005) emprendieron un estudio en 2003 sobre la composición florística de los 10 metros superiores de 10 cimas montañosas de los Alpes suizos con los mismos métodos que habían utilizado otros investigadores en 1905 y 1985. Sus descubrimientos pusieron de relieve que ninguna de las especies que había en 1905 y 1985 había sido “expulsada del planeta”. En realidad había sucedido lo contrario: entre 1905 y 1985 el número medio de especies subió un 86% mientras que en 2003 había subido un 138% con respecto a principios del siglo pasado. La sociedad Audubon de Norteamérica, en un informe fechado en 2009 sobre la evolución de la población de 305 especies de aves norteamericanas entre 1969 y 2005 encuentran que el 39% de especies aumentaron su población en ese periodo, el 42% las mantuvieron estables y solo el 19% disminuyeron sus efectivos.
Otros trabajos en la Península Ibérica, Holanda, Finlandia, etc. refuerzan estos descubrimientos, es decir, las especies se expanden hacia el norte o hacia arriba sin perder área por el sur o hacia abajo. La sorprendente conclusión es que lo que realmente produjo el calentamiento del siglo XX, fue un incremento de la riqueza de especies en las zonas templadas y frías, sin que se perdiera diversidad en las cálidas ni, por supuesto, se dieran extinciones masivas, a pesar de que la temperatura global subió entre 0,5 y 0,8ºC según autores.
Referencias:
- Pauli, H. et al. 1996. Effects of climate change on mountain ecosystems-upward shifting of mountain plants. World Resource Review, 8: 382-390
- Thomas, C. D. & Lennon, J. J. 1999. Birds extend their ranges northwards. Nature, 399: 213.
- Walther, G. R.; Beissner, S. & Burga, C. A. 2005. Trends in the upward shift of alpine plants. Journal of Vegetation Science, 16: 541-548
viernes, 30 de abril de 2010
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Muy interesante. Y como siempre con el alarmismo, las noticias buenas es como si no existieran.
ResponderEliminarPor cierto, viene a cuento este artículo de Science:
Early Polar Bear Discovered in Arctic Tundra
Explica cómo fue el calentamiento del anterior interglaciar (mayor que el actual) lo que permitió a los osos pardos adentrarse en las aguas del norte, y así convertirse en osos polares (ursus maritimus).
El calentamiento propició el nacimiento de la especie icono de los alarmistas.
Gracias Plazaeme por el link. Por cierto, acabo de comprarme un libro en catalán sobre el calentamiento global y sus pretendidos efectos catastróficos en lo que ellos llaman "Paísos Catalans" y ¿qué aparece en la portada?
ResponderEliminar¡Un oso polar!