Una de las bases principales en las que se asienta la hipótesis del calentamiento antropogénico es la afirmación de que hay una estrecha correlación entre las subidas y bajadas de la concentración de CO2 en la atmósfera y los movimientos hacia arriba o hacia abajo de la temperatura. Desde el punto de vista de los alarmistas, esto es una prueba incontestable y Al Gore lo destaca en su documental y su libro.
Los críticos, en cambio, afirman que durante la mayoría de la historia geológica de la Tierra no se da esa correlación y en las ocasiones en que se produce, es la temperatura la que conduce el comportamiento del CO2 y no al revés.
Es importante señalar aquí que, si aplicamos los principios de la lógica, correlación no prueba causalidad, es decir, que dos sucesos ocurran simultáneamente en el tiempo no quiere decir que uno sea causa de otro. Por ejemplo, si estoy cantando una melodía de forma, digamos, poco armoniosa y se pone a llover, que los dos sucesos ocurran simultáneamente o uno inmediatamente después que el otro no quiere decir que mi mala interpretación musical haya producido la lluvia (aunque haya mucha gente, o incluso la mayoría de la gente, que lo crea así).
Cuando de verdad existe causalidad, es decir, cuando la correlación se da porque un fenómeno depende del otro, hay que averiguar cuál es la causa y cuál es el efecto.Hay bastantes artículos científicos que abordan la relación entre temperatura y CO2 a lo largo de diferentes eras geológicas. Entre los que van más lejos en el pasado encontramos el de Rothman (2002). (Figura: registro de la concentración atmosférica de CO2 según Rothman (2002) adaptado por Science and public policy y CO2 Science. En la escala de la izquierda, 1 es la concentración actual de CO2)
Este autor utiliza para su estudio mediciones de la erosión química de las rocas, de la desgasificación volcánica y metamórfica, del entierro del carbono orgánico, y también del contenido isotópico de carbono orgánico y estroncio en rocas sedimentarias marinas.
En su estudio encuentra concentraciones de CO2 atmosférico de 2 a 4 veces superiores a las actuales (actualmente hay unas 385 partes por millón, o ppm), con grandes oscilaciones periódicas cada 100 millones de años aproximadamente, entre 500 y 175 millones de años antes del presente.
A partir de ese momento aparece un declive, al principio más lento y luego más rápido hasta nuestros días.
En resumen, como se ve en la imagen, la correlación no existe, apareciendo incluso varios periodos fríos, como el final del ordovícico, el pérmico y el jurásico, donde se sitúan valores máximos de CO2.
Artículo de Rothman (2002)
Conservation Successes Defy Climate Pessimism
Hace 1 hora
No hay comentarios:
Publicar un comentario