Así parece creerlo el geofísico canadiense
Norm Kalmanovich, basándose en el encarecimiento de las cosechas provocado por el desvío para combustibles de una parte importante de los alimentos básicos de la población mundial como son los cereales (en la imagen, un campo de arroz). Según este científico, el 6,5% de los cereales del mundo están siendo utilizados para producir 85.000 millones de litros de bioetanol siguiendo los acuerdos del protocolo de Kyoto, que impulsa estas medidas basándose en la teoría del calentamiento antropogénico producido por el consumo de combustibles fósiles.
Kalmanovich parte de la constatación de un hecho: las medidas de la radiación infrarroja saliente hacia el espacio que vienen efectuando los satélites desde 1979. Estas medidas, según sus palabras:
demonstrate that OLR is responding strictly to the fourth power of the Earth’s absolute temperature in perfect accordance to basic physics theory, but is in no way responding to the 57.1% increase in CO2 emissions from fossil fuels since 1979 traducción: demuestran que la OLR (Outgoing longwave radiation = radiación de onda larga saliente) está respondiendo estrictamente a la cuarta potencia de la temperatura absoluta de la Tierra en perfecto acuerdo con la teoría física básica, pero en absoluto respondiendo al 51% de incremento en las emisiones de CO2 procedentes de combustibles fósiles desde 1979.
Resulta que el principio básico, la clave de bóveda que sujeta la teoría en la que se basan los creyentes en el calentamiento antropogénico, es el incremento del efecto invernadero que provocaría un aumento del CO2 en la atmósfera proveniente de la quema de los combustibles fósiles. Para que este efecto se produzca, es necesario que el CO2 extra que emitimos los humanos atrape cada vez más radiación infrarroja (de onda larga) emitida por la Tierra. Lo que los satélites observan, sin embargo, es que
la emisión infrarroja que emite la Tierra hacia el espacio, no está siendo atrapada en mayor cantidad a medida que suben las emisiones de CO2 (y han subido nada menos que un 51% desde 1979), lo que echa por tierra toda la teoría del calentamiento catastrófico producido por el malvado ser humano.
Un encarecimiento de un 20 ó un 30% en el precio del trigo o del arroz es solo un leve inconveniente para los habitantes de los países ricos, pero puede significar la diferencia entre la vida y la muerte (por hambre, o por enfermedades asociadas a ella) en los países más pobres.
Kalmanovich es un científico semirretirado y, por tanto, sin miedo a perder su puesto de trabajo o a quedarse sin ayuda para sus proyectos científicos. Desgraciadamente, los científicos más jóvenes no están en su misma situación. Y no lo reprocho. No se puede exigir heroísmo cuando tu trabajo está en juego.
Más información aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario