domingo, 16 de octubre de 2011

Supervolcanes y cambio global


A menudo oímos decir que el planeta está enfermo, que la polución, el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación acústica y lumínica, la pérdida de biodiversidad y otras lacras están “destruyendo la Tierra irreversiblemente”. Dicho esto, a continuación se señala al culpable: el Hombre. Pero no un ser humano cualquiera, no. El monstruo asesino es el hombre occidental, el urbanita del primer mundo, ése es el malo, el que está matando el planeta, con sus industrias y sus automóviles contaminantes.
La gente cree estas afirmaciones entre otras razones porque ha sido educada en la aceptación de que existe una verdad absoluta, revelada bien por los sacerdotes, en el caso de gente creyente, bien por los científicos, en el caso de gente agnóstica, y que esta verdad ya se conoce, al menos en sus rasgos fundamentales.
Pero no es así.
Al menos desde el punto de vista de la ciencia auténtica, la que emplea el método científico, los fenómenos que observamos a nivel global están poco o nada entendidos, y nos queda mucho camino y muchos experimentos por realizar para, siquiera, atisbar una pequeña parte del futuro más próximo de nuestro planeta.
Sin embargo algunas cosas sí sabemos.
Por ejemplo, sabemos que esos desastres que nos anuncian no son nada comparados con los desastres derivados de fenómenos naturales como los supervolcanes.
Un supervolcán (ver aquí) es un volcán que produce las mayores y más voluminosas erupciones de la Tierra. En realidad no es un término científico sino periodístico, pero se ha popularizado en los últimos años. Incluso los científicos lo emplean en referencia a erupciones que expulsen unas 50 veces la masa que expulsó el Krakatoa en su última erupción paroxística allá por 1883 (ver aquí).
En los últimos cientos de miles de años ha habido muchas erupciones de supervolcanes. Una de las más conocidas es la del Toba, en Indonesia, hace unos 70.000 años (ver aquí). Solo esta única erupción mató al menos al 60% de los seres humanos que entonces habitaban el planeta. Y no es de las más grandes. La erupción del supervolcán que hay en el Parque Nacional de Yellowstone en Estados unidos dejará pequeña la del Toba cuando se produzca. Y algunos científicos afirman que podría producirse en un futuro no muy lejano, debido a que la periodicidad que tiene este supervolcán es de unos 600.000 años y la última erupción se produjo hace ya 640.000 años.
Las erupciones de supervolcanes no son los únicos fenómenos naturales capaces de extinguir o, al menos diezmar de manera significativa a la humanidad. Otros peligros, como el choque de cometas o asteroides contra la Tierra también amenazan desde el espacio aunque éstos, teóricamente al menos, podrían ser desviados si se los detecta con la suficiente antelación.
Es curioso que los mismos que nos quieren hacer gastar cientos de miles de millones de dólares en intentar prevenir supuestos peligros artificiales como el calentamiento global, no mencionen los verdaderos peligros que amenazan la humanidad, que no son otros que los naturales, y regatean el dinero necesario para estudios más profundos sobre las causas que nos permitan, si no evitar las erupciones o los choques de cuerpos celestes, sí detectarlos a tiempo y estar preparados para paliarlos cuando ocurran.
Cuando empezaron las alarmas climáticas en los años 60, se habló de que con nuestros aerosoles estábamos causando enfriamiento global, luego el clima cambió y al enfriamiento le siguió una etapa de calentamiento, así que se dijo que estábamos provocando un calentamiento global con nuestro CO2. Cuando el calentamiento paró, allá por el año 1998, se dijo que causábamos un cambio climático, aumentando los fenómenos extremos. Últimamente se hablaba de un “cambio global” catastrófico, por supuesto causado por el Hombre, metiendo en el mismo saco las alarmas climáticas, la supuesta extinción masiva de especies, el agujero de la capa de ozono e incluso los tsunamis.
Por eso me ha sorprendido ver que, en las manifestaciones de indignados del 15 de octubre, uno de los eslóganes más repetidos fuera “por un cambio global”, en sentido positivo, por supuesto.

¡Qué poco duran los eslóganes últimamente!

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