El unicornio, el animal mitológico de la edad media, ha despertado siempre la imaginación de los europeos. A su cuerno se le atribuían toda clase de propiedades medicinales e incluso afrodisíacas, cuerno que los antiguos creían situado en la frente de un brioso corcel, pero que ahora sabemos que es un diente hipertrofiado de un mamífero marino, el narval, una especie de cetáceo que, por su hábitat ártico, no había sido visto nunca por los habitantes de las latitudes templadas y cálidas hasta la edad moderna.
El narval-unicornio es un mito y, al mismo tiempo, un ser viviente. Nada mejor para crear la enésima alarma climática.
Según la BBC, los narvales están en peligro por el cambio climático. Un estudio afirma que tienen poca velocidad punta, aunque mucha resistencia. El estudio abunda en la medición de las diferentes fibras musculares de los narvales y calcula incluso la resistencia, el tiempo que tardan en necesitar oxígeno, etc.
Yo me imagino a estos autores devanándose los sesos para intentar, por todos los medios, conectar sus estudios al cambio climático: ya se sabe, sin esa conexión, unos estudios sobre anatomía y fisiología de mamíferos marinos no pasarían de ser reseñados por alguna oscura revista científica local. Ahora bien, si se consigue decir algo que preocupe a la gente, la expectación mediática está asegurada y las subvenciones para posteriores estudios, también. Así que, ¡a especular con alegría!:
Resulta que, según estos señores, los narvales pueden quedar atrapados en el hielo y morir asfixiados por no encontrar a tiempo un lugar por donde respirar. El temido cambio climático hará que los icebergs se suelten más rápidamente y sean más numerosos y veloces, y los pobres, lentos y delicados narvales no podrán nadar por debajo tanto tiempo y morirán.
Dejando aparte el hecho cierto, y cada vez más
comprobado por múltiples estudios, de que en el pasado hubo periodos mucho más cálidos que el presente, es increíble que animales adaptados a soportar
todos los años deshielos rápidos en verano y crecimiento rápido del hielo en invierno, se vean amenazados por el cambio climático que, recordemos, es una variación del clima a largo plazo, es decir, lenta.
Hay años en los que, por el viento, las corrientes o ambas cosas, los hielos se retiran o avanzan con mucha rapidez, y años en que se sueltan más o menos icebergs, incluso muy grandes a veces, y es posible que algunos animales (siempre los más débiles o enfermos) se vean atrapados bajo el hielo y perezcan. Eso ha pasado, pasa y pasará siempre en la naturaleza, es la esencia de lo natural, como ya Darwin nos enseñó. Esta especie (como todas las del Ártico)
ha superado múltiples épocas de hielo-deshielo: rápidas, lentas y de todos los colores, por tanto,
está adaptada a ello y no sufrirá ningún daño si aumentase la temperatura global incluso en las cifras más altas predichas.
Hay personas que creen que los animales son como frágiles pétalos de amapola, que se desprenden al menor toque cuando arrancas la flor. Pero no es así. Las especies actuales son supervivientes, han demostrado en el pasado que pueden sobrevivir perfectamente a cambios rápidos de clima (si no, se habrían extinguido). Si se produjese el cambio climático en los términos que se predicen actualmente, ni los narvales ni ninguna especie ártica sufriría en lo más mínimo. De hecho, es posible que se viesen favorecidas: menos hielo = más fotosíntesis = más comida = más población de animales.
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