sábado, 7 de mayo de 2011

El erizo y la acidificación marina


En periodismo se oye decir a menudo aquello de que “¿No hay noticias?: buenas noticias”
Esto se cumple a rajatabla con el alarmismo climático y así, periódicamente, nos encontramos con noticias sobre tal o cual científico que declara su preocupación por tal o cual especie marina amenazada por la “acidificación del mar producida –cómo no- por nuestras emisiones de CO2 a la atmósfera”: que si las especies con conchas y caparazones calcáreos no podrán fabricarlos ya, que si las larvas del plancton morirán por exceso de acidez, etc., etc.

El erizo de mar común, Paracentrotus lividus (del latín lividus = amoratado, cárdeno, lila) es una especie con caparazón calcáreo y larvas planctónicas que se encuentra en todo el Mediterráneo y en las costas del Atlántico desde Irlanda y Escocia por el norte, hasta las Islas Canarias por el sur. Vive en sustratos rocosos, donde excava depresiones para evitar ser arrastrado por olas y corrientes. Se alimenta de algas, actuando de control sobre varias especies de éstas.
Y es comestible. Sus huevas (gónadas del macho y de la hembra) son un manjar muy apreciado, sobre todo en Francia, aunque también se consume en España, Portugal, Italia, Grecia...
Por tanto es una especie de importancia comercial, así que hay dinero para hacer estudios sobre él.

En uno de estos estudios, un equipo de 11 científicos, la mayoría franceses, (Martin et al, 2011) han estudiado el posible efecto sobre las larvas de erizo de mar común de un aumento de la acidificación marina. En concreto, se hizo crecer larvas de erizo en aguas con diferentes grados de pH (entre 8,1 y 7,0 (el agua de mar tiene un pH por lo general superior a 8). La banda más baja (pH: 7,0) correspondería a una concentración atmosférica de 6.630 ppm de CO2, es decir, 17 veces la concentración actual, y la más alta (pH: 8,1) a una concentración de CO2 atmosférico de unas 400 ppm, es decir, similar a la actual. Pues bien, Paracentrotus lividus, incluso con el pH más bajo, no tuvo ningún problema con la puesta y fertilización de sus huevos, y las larvas que salieron de ellos tampoco experimentaron una mortalidad superior a la normal , ni tampoco el pH bajo supuso un impedimento para la fabricación del esqueleto calcáreo. Las larvas únicamente sufrieron un leve retraso en su crecimiento. Los autores atribuyen este hecho a la gran plasticidad genética de estos erizos, que son capaces de poner en funcionamiento genes capaces de contrarrestar la variación de las condiciones ambientales a las que los sometieron los investigadores.

Es una buena noticia, los animales marinos no son tan frágiles ni están tan desvalidos frente al cambio climático como se creía.
Por eso no saldrá en la Prensa.
Por eso la difundo yo

1 comentario:

  1. Muy interesante, gracias. Apuesto a que cuando se llegue al límite de la gimnasia estadística para sostener lo del achicharramiento global (estamos cerca), el nuevo grito de guerra será la acidificación del mar.

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