Como vimos en la anterior entrada, el oso polar no carece de comida en verano, ya que puede conseguir alimentos en tierra firme, pero, ¿qué pasa con los osos que no viven nunca en tierra firme?
Aquí entra una de las adaptaciones más características de esta especie. El oso polar se llama también oso marino en otros idiomas, como queda reflejado en su nombre científico
Thalarctos maritimus (
Ursus maritimus según otros autores), y se llama así por una razón muy clara:
están perfectamente adaptados a la vida en el mar. Son poderosos nadadores. Pueden mantener nadando una velocidad media de 10 km/h y cubrir así distancias extraordinarias, de decenas o incluso centenares de km: se les ha visto nadar tranquilamente a 300 km de la costa más cercana. Incluso los cachorros nadan muy bien y cuando se cansan, se suben al lomo de su madre que sigue nadando sin que aparentemente note la carga extra.
Como hay osos que viven en la zona central del Océano Ártico, que no se deshiela ni en verano, cabría la posibilidad de que, en un futuro más cálido, se derritiera esta zona. Estos osos quedarían entonces a miles de kilómetros de la costa más cercana. Podríamos pensar entonces, que tan gran distancia haría imposible que llegaran nadando a la costa y morirían ahogados.
En realidad
no pasaría nadaPorque, diseminadas por la banquisa, hay
islas de hielo, enormes montañas heladas que los primeros exploradores del Ártico confundían con tierra firme. En realidad son icebergs, que actualmente están atrapados por el hielo y que podrían servir perfectamente de refugio veraniego al oso en caso de que se derritiese toda la banquisa.
Se podría pensar entonces que, al no estar en tierra firme, no podrían comer nada en verano y morirían de hambre. Aquí entra otra de las increíbles adaptaciones del oso polar a su durísimo entorno:
pueden ayunar durante más de 4 meses seguidos, estando plenamente despiertos y móviles, cosa que otros osos no pueden hacer sin hibernar.
Según el IPCC, las proyecciones de los modelos muestran mínimos de hielo para agosto y septiembre, es decir, a lo sumo dos meses, y pocos cambios en otros momentos del año con respecto a la extensión de hielo actual, lo que quiere decir que los osos, aunque no pudieran cazar nada durante esos dos meses, (como hemos visto, al menos los que están en tierra firme sí que pueden), podrían sobrevivir perfectamente por su capacidad para ayunar consumiendo las grandes reservas de grasa que acumulan durante el resto del año.
De todas formas, ya que sus presas principales son las focas, si encuentran dificultades para cazarlas, es teóricamente posible que la población disminuya. Es en esto en lo que se basan algunos alarmistas más moderados para predecir, no ya la extinción, sino un gran descenso de su población. Por ejemplo, Amstrup et al (2007) afirman: “
nuestros modelos sugieren que, si el hielo actúa como se proyecta comúnmente, se perderían 2/3 de los osos hacia la mitad del corriente siglo”
Pero todas estas consideraciones son teóricas. Para saber en realidad en qué sentido disminuyen o aumentan las poblaciones de osos polares, hay que hacer trabajo de campo, es decir, ir al terreno y contar el número de ejemplares en diferentes años. Es así como se hace el trabajo científico de verdad, pasando frío y arriesgándose si es necesario y, por supuesto, esforzándose y trabajando duro, no limitándose a confeccionar modelos de ordenador realizados desde un despacho con calefacción.
Sólo de esta manera se puede comprobar si las teorías y los modelos de ordenador son acertados o no. Sólo de esta manera se podría saber, por ejemplo, cómo ha afectado el calentamiento de los últimos 30 ó 40 años a las poblaciones de osos. En la próxima entrega hablaremos de estos datos, los datos reales, los únicos que deberían contar.
Referencias:
Amstrup, S. C., Marcot, B. G., & Douglas, D. C. 2007. Forecasting the rangewide status of polar bears at selected times in the 21st century. USGS Alaska Science Center, Anchorage, Administrative Report.
Imagen: http://www.ecologiablog.com/tag/oso+polar
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