sábado, 15 de mayo de 2010

Los huracanes y caperucita roja

Me encanta el cuento surrealista de Caperucita Roja: una madre inconsciente que envía a su tierna hija a cruzar sola el bosque tenebroso, el taimado lobo que la engaña en el camino, la escena absolutamente terrorífica con el lobo vestido de abuelita esperando comerse a la niña, y por supuesto la escena final, el cazador mata a la fiera y saca de su barriga a las inocentes víctimas.
Hay trabajos que muestran una tendencia creciente en el número de huracanes en los últimos años, como los de Kerry Emmanuel (2005), investigador del MIT (Massachussets Institute of Technology), quien encuentra un indiscutible aumento de la potencia y capacidad destructiva de los huracanes a nivel global (también llamados tifones o ciclones según el océano en que aparezcan) en las últimas tres décadas. Igual resultado encuentran Webster et al. (2005) contando desde principios de los ’70.


Desgraciadamente para los alarmistas y afortunadamente para el resto de la humanidad, esto solo es la mitad del cuento: si empiezas a contar solo un poco más atrás en el tiempo, desde principios de los ’50, la historia cambia por completo y la tendencia cambia a prácticamente plana. Si retrocedemos aún más, como hicieron Chenowet y Divine (2008) con registros de huracanes caribeños de los últimos 318 años, la tendencia no cambia, sigue siendo plana.


Si vamos a datos más recientes para poderlos comparar con el calentamiento en los océanos, vemos que no hay correlación: los océanos en los últimos años se han calentado, pero los huracanes no han aumentado correspondientemente.


De hecho, en los últimos años, han descendido tanto en número como en intensidad (por supuesto, este descenso es tan poco significativo como el ascenso que encontraban los alarmistas).


Si le cuentas el cuento de Caperucita a un niño y terminas cuando el lobo se come a la niña, es prácticamente seguro que conseguirás hacerlo llorar a poco que dramatices, pero si le cuentas el cuento entero, la cosa cambia por completo y seguro que te dice lo mucho que le ha gustado.
Los adultos nos comportamos como niños cuando una persona, aparentemente sabia y bondadosa, nos cuenta una historia de terror y desastres como la tendencia al aumento, aparentemente imparable, de los huracanes por culpa de los malvados seres humanos con sus lobunos, rugientes automóviles y sus contaminantes industrias. Nos sentimos intranquilos, temerosos e, inconscientemente, buscamos soluciones al terrible problema que se nos plantea. Queremos un final feliz, salvar a Caperucita y matar al lobo. Está clara la solución, nos dice nuestro adorado líder, sabio y bondadoso como es: reduzcamos el efecto invernadero, bajemos nuestras emisiones de CO2, invirtamos en energías limpias y seremos salvos.
¡Aleluya!

Referencias:
- -Chenoweth, M.; Divine, D. 2008. A document-based 318-year record of tropical cyclones in the Lesser Antilles, 1690–2007. Geochemistry, Geophysics, Geosystems, 9, Q08013, (doi:10.1029/2008GC002066).
- -Emanuel, K., 2005. Increasing destructiveness of tropical cyclones over the past 30 years. Nature, 436: 686 - 688, doi:10.1038/nature03906.
- - Webster, P. J.; Holland, G. J.; Curry, J. A.; Chang, H.-R. 2005. Changes in Tropical Cyclone Number, Duration, and Intensity in a Warming Environment Science 16 September: Vol. 309. no. 5742, pp. 1844 - 1846

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